El domingo 1 de septiembre de 2024, mi padre, el ingeniero civil y profesor jubilado Cristóbal Colón Gualancañay Mora dejó de existir a los 86 años.
Mi padre fue un fiel lector del Diario EL UNIVERSO y como tal también escribía sus opiniones en cartas que ustedes muy amablemente le publicaban. Con el dolor por su repentina pérdida, escribo estas palabras, tratando de encontrar consuelo en lo que a él también le apasionaba: escribir en esta sección sus opiniones buscando siempre mejoras para su país, su ciudad o su barrio, las que plasmaba en las cartas que les enviaba y que siempre tuvieron eco en las autoridades correspondientes, puesto que, con su excelente gestión, consiguió todas las mejoras que hoy tiene su sector.
Fue un hombre decidido, honesto y luchador por las causas justas. Tantos recuerdos tengo en mi mente, como cuando decía que aprendió a leer leyendo su querido Diario EL UNIVERSO. Tanto fue su amor por el Diario que no dudó en apoyarlos en la lucha cuando un expresidente los quiso cerrar y multar, él salía con sus carteles a las marchas de apoyo, saliendo incluso en primera plana. Recuerdo además cuando ustedes lo invitaron a una de sus rendiciones de cuentas a la cual me llevó como su secretaria, puesto que yo le ayudaba a pasar las cartas desde su cuaderno de apuntes a la computadora para luego enviarlas al correo electrónico. Ese día, luego de la rendición de cuentas pudimos compartir un momento con los señores Pérez, con quienes conversamos y él les expresó su admiración y apoyo siempre. Salió feliz y agradecido por la amabilidad de su invitación. Su fidelidad a ustedes era tanta que me hice suscriptora del diario, recibiendolo en nuestro hogar de manera física para mantenernos informados toda la familia, todos los días, a pesar de que en la actualidad la mayoría de la información que se recibe es de manera digital o por redes sociales.
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Padre mío, has dejado un vacío inmenso en el corazón de tu familia, en tu esposa, hijos y nietas y en todos quienes te conocieron como un excelente ser humano y profesional y es que simplemente fuiste el mejor. Ahora solo nos queda continuar, como siempre, con tus enseñanzas, consejos y ejemplo como guía para nuestras vidas.
Hasta siempre papi, te amamos. (O)
Sonnia María Gualancañay Franco, Guayaquil