Hasta el lunes 12 de octubre, el Ecuador, según fuentes del Ministerio de Salud Pública, tenía 147.315 casos de COVID-19 y un número de 12.218 fallecidos por esa enfermedad. El 9 de octubre se celebró el feriado en Ecuador por los 200 años de la independencia de Guayaquil; los días de asueto abarcaron desde el viernes 09 hasta el domingo 11. En esos tres días, un porcentaje de la población del Ecuador decidió visitar algunas playas del país y otros destinos turísticos de manera moderada, no obstante, con una mayor afluencia que desde el inicio de la pandemia en febrero del 2020. Esto, como es de esperar, significó una mayor exposición al contagio del coronavirus SARS-CoV-2 y por ende traería como consecuencia un mayor número de infectados y de muertes.

Al martes 27 de octubre, es decir quince días después, las autoridades de salud de muchos hospitales del país y de las mesas de los Comités de Operaciones de Emergencia (COE) cantonales, han emitido declaraciones de que las salas de cuidados intensivos y de cuidados intensivos intermedios están nuevamente colapsando y por ende no existen respiradores para tratar los problemas agudos que trae como consecuencia esta enfermedad. Justamente quince días después, el Ecuador al 27 de octubre tiene 163.192 casos confirmados como positivos de COVID-19 y 12.588 fallecidos por esa causa. Para poder entender por qué se hace la relación de los quince días después, deberemos recordar que el periodo de incubación del virus es el tiempo entre el momento que lo contraes y el comienzo de los síntomas. Actualmente, de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el periodo de incubación para el nuevo coronavirus es entre dos y quince días después de la exposición.

Entonces, luego del feriado mencionado, hasta el 27 de octubre el Ecuador posee un aumento del casi 11 % de contagios y de casi el 3 % de muertes relacionadas con la enfermedad. Estas cifras, en especial la primera, son alarmantes para el sistema hospitalario del país, pues supone un incremento de la morbilidad por el virus que afectará directamente a su capacidad operativa y de gestión. Ahora bien, estando cerca del feriado por el Día de los Difuntos, es deber de las autoridades locales y nacionales cerrar los cementerios para evitar la exposición de las personas a más contagios. Los camposantos son el lugar de mayor aglomeración de personas durante el mencionado feriado y por ende provocarán un nivel de contagios aún mayores a los del feriado del 9 de octubre. Muchas autoridades locales permitirán la apertura de los cementerios por razones puramente folclóricas de agradar a sus votantes ante la mala gestión de la pandemia.

Ni siquiera cuentan con estudio económico que avale que la apertura de los cementerios traerá un rubro económico importante, o al menos cuantifique la representatividad en cifras para los comerciantes.

Las decisiones deben ser tomadas responsablemente y de manera coherente aunque no sean populares, pues finalmente lo que está en juego es la vida de muchos hermanos ecuatorianos y también el futuro de la reactivación económica del país. (O)