“Cuando adviertas que para producir necesitas tener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada”, Ayn Rand, 1950; rusa, filósofa, adquirió ciudadanía estadounidense.
¿No les parece que esto es lo más cercano a lo que estamos viviendo? Una sociedad donde el tráfico de favores es el pan nuestro de cada día; donde para ser ‘servidor’ público basta con que lo recomiende un ‘padrino’; donde los que tienen cuenta con la justicia pueden ser candidatos; donde asambleístas con grilletes se candidatizan; donde familias se candidatizan todos con investigaciones abiertas; donde elegimos asamblea con ciertos miembros denunciados y hasta destituidos por corrupción; donde entregan como confites en fiesta carnés de discapacidad con beneficios a funcionarios públicos sin discapacidad, negándoles el documento a los verdaderamente discapacitados; donde alegremente se dispuso de más de $ 500 millones de dólares del Isspol (Instituto de Seguridad Social de la Policía Nacional) y nadie hizo nada; donde todos los trabajadores somos obligados a pagar un seguro al IESS que no nos asegura nada; donde actos terroristas de grupo de líderes indígenas queda en la impunidad... No anda bien nuestra sociedad y por ende no andamos bien nosotros. Si seguimos permitiendo la corrupción, el cínismos, y peor aún que votemos por eso, no habrá forma posible de evadir la condenación moral. (O)
César Manuel Campoverde Solís, licenciado en Gestión Empresarial, Guayaquil