Organizaciones sin fines de lucro y gobiernos afinan sus análisis sobre el retraso que marcará la pandemia en el cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) a cumplirse hasta el año 2030, especialmente los relacionados con las actividades agrarias sobre las que pesan enormes desafíos por su vinculación inmediata con ellos. Ecuador y 196 países están obligados a honrarlos por la fuerza de acuerdos políticos asumidos en distintos foros mundiales. Con los primeros resultados, se concluye en la imposibilidad de alcanzar las 169 metas establecidas, entre ellas la reducción drástica de la pobreza extrema y el exterminio del hambre, cuando cifras desgarradoras apuntan agudizaciones difíciles de revertir en los siguientes diez años.
Ese escenario agiganta el interés de conocer el parecer de las campañas presidenciales y legislativas respecto de la forma de enfrentar con eficacia tremendas responsabilidades sin poner en juego la seriedad del país, pública y privada, y las medidas a ejecutar para acortar los ya visualizados atrasos en los 232 indicadores, que todos los ciudadanos tenemos el derecho de saber, aceptando que se ha publicado un documento básico que contiene una evaluación gubernamental voluntaria con datos hasta el 2019, varios incompletos, publicado bajo autoría de la Secretaría Técnica Planifica Ecuador.
El abatimiento de la pobreza extrema por ingresos está muy distante de ser alcanzada, como lo demuestra el hecho de registrar el 22,5 % en el 2014 y pasar al 25,0 % en el 2019, siendo más preocupante en las áreas rurales, cuando el indicador señala el 35,3 % en el 2014 y 41,8 % en 2019. El trabajo infantil, índice vergonzoso, inseparable de toda condición paupérrima, aumentó del 3,0 al 8,3%, en el mismo espacio. Se ha mejorado, en cambio, el acceso a los servicios básicos de la población, al migrar del 60,3 en 2014 al 64,6 % en el 2019. En cuanto a Hambre Cero, que no es un problema de escasez de nutrimentos sino de obstáculos en su distribución equitativa, continúan los desfases por la persistencia de la desnutrición agravada en la población infantil, mientras se señala que el índice de productividad agrícola ha mejorado al migrar de un 98,89 a 121,64; es decir, un crecimiento de 23 puntos, que no se refleja en los productos agrícolas de primera necesidad, poniendo en duda lo dicho en el informe en la página n.º 49 de la evaluación de la Secretaría Técnica ‘Planifica Ecuador’, cuando asevera que la reducción de la “tasa de consumo de alimentos producidos en el país se redujo por el grueso de importaciones de trigo, manzana, leche, atún y cacao?” (el signo de interrogación es mío).
Otros guarismos decidores, también deficitarios, como el volumen de áreas de riegos comunitarios y públicos, básico en la producción de alimentos, se mantiene estático por años o ha decrecido, como la reforestación, cuyo porcentaje respecto de la superficie total se redujo, no se diga de las aportaciones para investigación y desarrollo que han disminuido, lo cual explica el frenazo productivo nacional, elementos que deben ser afrontados en los planes que propondrán los futuros gobernantes. (O)