La pandemia y la cuarentena instaurada para combatirla han frenado la economía. Nos afecta a todos; pérdida de empleos, reducción de sueldo, o reducción de jornada laboral y por lo tanto menos remuneración. Profesionales y artesanos, menos venta, menos trabajos o clientes, atrasos en los cobros.
Las exportaciones no están afectadas mayormente por lo que pasa en la economía interna, pero otros países han tomado medidas similares a las del Ecuador, por lo que hay reducción del consumo y caída de precios. Justo cuando nuestros rubros estrellas, camarón y banano, están en expansión.
La producción camaronera está en acelerado crecimiento y hoy Ecuador es el segundo exportador mundial después de India. Las mayores ventas no han ido a Europa, como se esperaba por la firma del acuerdo comercial, sino a China. En dos años nuestros camaroneros abrieron ese mercado y ahora lo dominan.
Esta gran expansión camaronera ecuatoriana unida a la pandemia se aúnan en una caída de precios que tiene a los camaroneros de todo el mundo al borde del precipicio. Es de esperar que nuestra industria tenga más aguante y consolide su participación de mercado.
Un problema coyuntural es el esporádico cierre del mercado chino con pretextos. China restringe las ventas de camarón de la India, su segundo mayor proveedor; los indios lo atribuyen a una retaliación por el enfrentamiento fronterizo en el Himalaya. Para restringir el ingreso de camarón ecuatoriano, la aduana china aduce haber encontrado material genético de COVID-19 en las paredes de algún contenedor. Tras eso estaría la presión de camaroneros chinos para reducir la presencia de camarón importado en el mercado local y así hacer subir los precios. En mayo, Ecuador vendió a China 25 % más camarón que en abril. Es de esperar que las gestiones del presidente Moreno con su homólogo chino lleven a levantar las restricciones.
A los bananeros, el descuido en la política comercial del Gobierno anterior les significó perder participación de mercado en EE. UU. y la Unión Europea, los mercados más exigentes y que mejor pagan. Solo el 38 % del banano nacional va a esos mercados. Lo demás, a mercados inestables. Gran parte de esos mercados han frenado sus compras, justo cuando el Ecuador aumenta su producción exportable en 10 %, gracias a nuevas inversiones.
El banano tiene un problema muy serio del que está libre el camarón: la tradición de la interferencia política.
Se supone que los bananeros independientes deben vender su producto al exportador en contrato de largo plazo, con precio garantizado, que no puede ser inferior al oficial (promedio durante vigencia del contrato). Muchos declinan hacerlo y optan por ventas ocasionales y aprovechar los meses en que el precio es alto. Pero cuando los precios caen, como ahora, reclaman que los exportadores les paguen el precio oficial. El peligro es que haya algún movimiento dentro de la Asamblea, o del Gobierno, para obligar a los exportadores a comprar a pérdida. La posición dominante del Ecuador en el mercado bananero peligra por la interferencia política. Hoy exportar banano no es monopolio de nadie, hay competencia, y el paternalismo del Estado para con el productor es anacrónico. Debe solucionarse el problema de raíz, eliminando los precios políticos. (O)