La COVID-19 no solo afectó a quienes se contagiaron, sobrevivieron o fallecieron. Otras enfermedades continuaron existiendo y no esperaron. El impacto de la pandemia se extendió también sobre aquellos pacientes que no pudieron tener acceso a tratamiento por otras condiciones de salud.
El 19 % del personal de salud resultó infectado en la primera ola de la pandemia. Este factor, sumado al colapso de los hospitales y clínicas de la ciudad, repercutió enormemente en la posibilidad de atención de aquellos pacientes con dolencias de otro tipo, sean condiciones clínicas o quirúrgicas. Pocas unidades de salud atendieron urgencias no COVID-19, y la consulta externa de los pacientes ambulatorios fue suspendida. Quedaron a la deriva las urgencias por enfermedades cardiacas, cerebrovasculares, gastrointestinales. Enfermedades crónicas pulmonares, insuficiencias renales crónicas, diabetes, epilepsia, párkinson, alzhéimer, esclerosis múltiple, artritis y otras enfermedades autoinmunes no recibieron la atención médica programada ni el reajuste de su tratamiento. Tampoco pudieron practicarse sus exámenes de control. Muchos de estos pacientes empeoraron su condición clínica. Hubo también desabastecimiento de medicinas. Quizás muchos fallecieron y formaron parte de la alta mortalidad de marzo y abril de 2020. El “quédate en casa” ayudó a contener la transmisión del virus, pero privó a los pacientes crónicos de una atención oportuna.
El impacto indirecto de la pandemia sobre los demás cuidados de la salud ha sido múltiple y poco analizado. Nuestras estadísticas al respecto tardarán algún tiempo. Es posible que no disten mucho de las cifras que arrojen otros países. Comparado con el mismo periodo en el año anterior, en Italia hubo una reducción del 50 % en consultas de pacientes con ataque cerebral agudo. Muchos llegaron a destiempo y no pudieron acceder a tratamiento de reperfusión. La Sociedad Americana de Cáncer reportó que el 78 % de pacientes con tratamiento activo tuvo retraso en la atención médica. El 17 % de pacientes tuvo retraso en su tratamiento oncológico, con el consecuente temor a la recaída. La Asociación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados de Argentina comparó el número de prestaciones médicas durante abril 2019 y abril 2020. Los síndromes coronarios agudos ingresados por la emergencia se redujeron en el 62 %. Las endoscopias digestivas, tanto diagnósticas como terapéuticas, se redujeron en el 80 %. El Hospital Universitario Fundación Favaloro llegó a disminuir entre el 40 % y 80 % el número de consultas y procedimientos cardiovasculares. Las consultas por enfermedades cerebrovasculares agudas se redujeron en 70 % en el Hospital Fleni.
Las consecuencias de esta pandemia también se reflejan en la salud mental y emocional de todos. Mayor número de cuadros de ansiedad, depresión, estrés postraumático, exacerbación de cuadros psicóticos, adicciones, bipolaridad son solamente una parte de ellas. Nos quedan todavía las consecuencias del confinamiento, que ya veremos en el camino. (O)