La pandemia del coronavirus ha causado dolor y angustia a nivel mundial, su origen data de un país asiático y se fue regando hasta lugares más inhóspitos. En Ecuador su presencia ha cambiado nuestra forma de vida, pues no estábamos preparados para esa desagradable y mortal visita. Las autoridades de gobierno ni la ciudadanía sabíamos cómo reaccionar. Los hospitales empezaron a coparse con pacientes de distinta raza o condición social. Esta pandemia no respeta nada, desnudó nuestro obsoleto sistema de salud. Cuando apareció este fenómeno, las condiciones económicas del país no eran óptimas (desde hace rato no son), empezó la debacle en el interior del régimen para atender a miles de infectados y enfrentar esta situación imprevista. Se han tomado medidas extremas para precautelar la vida de los ciudadanos, pero la muerte va causando dolor y desasosiego en muchos hogares. Quien ha liderado esta lucha desigual es el vicepresidente de la República, un hombre joven que está demostrando valentía y pundonor. Lo condenable de esta situación es que autoridades ocultan y manipulan el número real de víctimas mortales, especialmente en la península de Santa Elena, a pesar de la orden emanada por el presidente Lenín Moreno. La verdad se sabrá algún día. Actualmente vivimos bajo un encierro obligado en nuestras casas, con el fin de evitar el contagio masivo; la única manera de sobrevivir a esta pandemia es obedecer la voz oficial, pronto retomaremos nuestras vidas, pero con otra visión.

Por otro lado, el controversial exmandatario Rafael Correa fue acusado por los periodistas de investigación Villavicencio y Zurita de haber recibido coimas en contratos millonarios de empresas nacionales y extranjeras, el caso fue conocido como Arroz Verde. En mayo del año pasado, la fiscal de la nación puso la denuncia contra Correa y un grupo de excolaboradores cercanos y solicitó la pena máxima (8 años de prisión) ante autoridades de justicia y lo denominó Caso Sobornos 2012-2016. Previamente, en octubre pasado, con motivo de la eliminación de los subsidios de combustibles, hubo desmanes en el país y el Gobierno incriminó al exmandatario de ser el autor intelectual, por estar fuera del país. Correa culpó a Moreno de ser traidor, de desbaratarle su estructura para mantenerse en el poder, etc. Moreno respondió que no le debe nada. Aparecieron los trolls, personas que manipulan las redes sociales para confundir a la ciudadanía.

Esta semana la justicia dictaminó sentencias contra los acusados. Casi al año de haber presentado la denuncia, en un hecho insólito, nunca visto. Y aparecen otra vez en redes sociales personas furibundas insultando a Moreno con peores epítetos, maldiciéndolo, tildándolo de traidor, es fácil presumir quién está detrás de todo esto. Recién reaccionan, ¿acaso durante la década perdida todo era distinto? Es la reacción de un perdedor.

En estos aciagos días, el país enfrenta la caída drástica del precio internacional del crudo, afectando nuestra economía; la rotura del OCP; y la pandemia. A nadie debe alegrarle el infortunio ajeno. Pero Correa está cosechando lo que durante más de una década sembró. No hay espacio para preocuparse por minucias.

Al culminar la Semana Mayor, pedimos a Dios que se apiade de nosotros, que esta pandemia se extinga y que los políticos aprendan que nada es eterno.

(O)