Todos tenemos criterios personales sobre la corrección o incorrección ética de comportamientos, decisiones o circunstancias. Las opiniones morales son el producto de la historia personal de cada individuo, de la cultura en la que ha evolucionado, de sus experiencias, de la educación formal que ha recibido y, por supuesto, del ejercicio concreto de su libre albedrío. No se puede defender la mayor o menor pertinencia de un enfoque moral por el nivel de educación e ilustración de las personas. Sí es posible, por el contrario, afirmar que el criterio moral que proviene de una persona buena tiene más peso que el emitido por un ilustrado venal.

¿Se puede potenciar en las personas el enfoque ético? Sin duda. En el caso de los ciudadanos en general, los criterios mejoran si se fortalecen algunos aspectos de la personalidad como la búsqueda permanente de la vigencia práctica, en sus propias vidas, de ciertas actitudes básicas de convivencia, como el respeto, sentido de justicia, compasión, solidaridad y afán de trascendencia. Si las vidas personales tienen esos objetivos u otros de esa naturaleza, esas prácticas dan forma y definen el carácter de la gente y las hacen mejores personas, siendo en consecuencia, sus criterios éticos más pertinentes que los que provienen de quienes se consideran más inteligentes o educados, pero que prescinden de la búsqueda de coherencia de sus actos con principios éticos universales.

En el caso de los universitarios, grupo social específico, además de la búsqueda del mejoramiento común a todos, la argumentación de la moralidad de sus diversas actividades académicas se fortalece si se considera a la ética en sí misma como objeto de estudio, para que su posición sobre la bondad o no de cualquier acción tenga el sustento filosófico suficiente, pues esa expresión del conocimiento –la filosófica– es la que estudia con profundidad la moral del quehacer humano.

Este propósito inspiró la conformación de la Red Universitaria y Ciudadana de Ética y Bioética (Ruceb), integrada por profesores y estudiantes provenientes de las cuatro universidades de la ciudad de Cuenca y por ciudadanos, que organiza el Congreso Internacional de Ética, Universidad y Sociedad, que se realizará en el mes de octubre del año en curso, llevando a la práctica el objetivo mencionado, esto es que la ética sea objeto de estudio y no solamente manifestación empírica de enfoques culturales, sin sustento teórico ni doctrinal. Para cumplir con ese propósito, los más de cuarenta investigadores y sus equipos, que se encuentran escribiendo proyectos para ser publicados y posteriormente presentados como ponencias en el congreso mencionado, dan un paso inicial estudiando las doctrinas filosóficas producidas por referentes universales. Así, los investigadores: ingenieros, abogados, biólogos, comunicadores, médicos y otros, para defender la eticidad de sus enfoques, estudian filosofía moral, que les permite analizar teorías éticas históricas y fortalecer la validez de sus propias posiciones.

Esta iniciativa colectiva contribuye con la pretensión que busca que las afirmaciones de los universitarios sobre la moralidad o no de hechos y acciones superen el nivel del cliché o lugar común –exigencia inexcusable para este grupo– y se conecten seriamente, para acordar o disentir, con el pensamiento de quienes han dedicado sus vidas al estudio de la moral. (O)