Es una rama de las ciencias médicas que se encarga de prevenir, aliviar o tratar los síntomas y efectos secundarios de una enfermedad degenerativa, obstructiva, infecciosa, emocional, social y espiritual de quienes la padecen, dándoles cuidados paliativos para una mejor calidad de vida durante el seguimiento de sus síntomas y al final de sus vidas. Este tipo de tratamiento se aplica en pacientes que cursan enfermedades terminales que se encuentran fuera de un tratamiento médico o que cursan con tratamientos que prolongan la vida, siendo estos los más utilizados en el cáncer, sida, enfermedades cardiacas, pulmonares, renales crónicas, neurológicas como el alzhéimer, párkinson, demencia senil, entre otras. Los síntomas que se enfocan en el tratamiento paliativo son dolor, depresión, ansiedad, delirium, fatiga, disnea, insomnio, náusea, estreñimiento, diarrea, anorexia, estrés, impacto social y familiar. El éxito de este tipo de cuidado es una comunicación horizontal de confianza, respeto y entendimiento en la relación médico-paciente y familia, basado en el grado de dolencia y afectación de los síntomas de cada paciente. Quienes deben de brindar esta medicina paliativa son los hospitales públicos o privados, que incluyan atención médica domiciliaria y que cuenten con equipo médico y paramédico especializado, asistentes físicos y terapéuticos, nutricionistas calificados, trabajadores sociales, psicólogos e inclusive religiosos. Se deben incluir, además, asesoramiento profesional especializado, mantener grupos de apoyo y reuniones sociales interfamiliares.

Uno de los grandes problemas es el factor económico; muchas veces en los hospitales sugieren que el paciente vaya a morir a su casa, pero sin el debido cargo asistencial, siendo una angustia para el familiar no poder darles una mejor calidad de atención al paciente que se encuentra al final de sus días y algunos seguros médicos no incluyen medicina paliativa.

Según la Organización Mundial de la Salud, la esperanza de vida en el año 1950 era de 55 años, en el 2015 fue de 75 años y hoy alcanza los 82 años, este incremento de envejecimiento poblacional se suma a la reducción de la fecundidad y de mortalidad, especialmente en Latinoamérica. En nuestro país el 7 % bordea los 65 años predominando el sexo femenino. El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), a través del Programa del Adulto Mayor, ofrece talleres de terapia ocupacional, socio-recreativos y de integración, para la promoción, prevención y cuidado integral de la salud de los adultos mayores.

Como sugerencia: el Hospital Luis Vernaza de Guayaquil tiene actualmente pabellones no utilizados en los que se podrían instalar esas áreas para medicina paliativa u hospicio para la atención del adulto mayor o enfermos en etapa terminal que necesiten tratamiento, dotándoles también de ambulancias para la atención intradomiciliaria con personal técnico especializado, cuyo financiamiento sea aportado tanto por la empresa privada como pública, ya que según datos de la OMS, para el 2025 el envejecimiento poblacional de mayores de 65 años será mayor al 40 % a nivel mundial. Debe ya prepararse el país para este envejecimiento poblacional, recordando lo dicho por Arthur Schopenhauer: “Las nueve décimas de nuestra felicidad se fundamentan en la salud”. (O)