Si de operación se trata en un país en estado grave, me imagino un quirófano donde está la golpeada y violada Venezuela.
Ya en el sector de transición de esta sala de cirugías hay militares con una bandada azul, que dicen que se han puesto “del lado correcto de la historia”, tratando de mantener la pulcritud y la meticulosidad para evitar la entrada de polvo y bacterias.
En el área restringida, dos hombres poniéndose los guantes y mascarillas: el uno es Juan y el otro, Leopoldo, este último estuvo mucho tiempo obligado a estar fuera de las juntas médicas y un indulto de su colega lo pone en el ruedo nuevamente.
Los dos son los cirujanos de esta operación. Intentan retirar tumores malignos y extirpar una usurpación enquistada.
En la sala de espera: venezolanos por el mundo, los del Grupo de Lima, del Parlamento Europeo y más de 50 países del mundo escuchando con paciencia la entonación del Cuarteto de Haydn de la mano de Luis Almagro de la OEA, del senador estadounidense Marco Rubio y las venezolanas María Corina Machado y Lilian Tintori.
El actual cuadro clínico es desalentador: una superinflación del 233%, migración desmedida, enfermos de párkinson tienen su vida amenazada por no tener medicinas, pacientes renales no cuentan con centros de diálisis y miles de seropositivos no perciben tratamientos antirretrovirales. En los supermercados, un par de envases con fruta oscurecida y en el área de carnicería, las cámaras vacías.
Fuera del hospital, otros venezolanos tragando gas, siendo reprimidos por otros militares que juran lealtad a un régimen, y de lejos pasa una bandada con camisetas rojas, van camino a Miraflores. Además, representantes de países como México, Irán, Rusia, Cuba, Nicaragua y otros, quienes teniendo solidaridad ideológica con el virus Maduro y dependencia del petróleo auguran que la operación sea un fracaso y que el enfermo siga infectado, que se debilite, que agonice y siga su transcurso a la muerte.
El estetoscopio utilizado por López y Guaidó puede reflejar ese canon humano que Venezuela lleva dentro. Lejos de ser un latido regular, rítmico, en reposo muestra señales de arritmia, bradicardia y taquicardia. Es un tiempo muy difícil, Guaidó intenta tomar el poder real sobre el enfermo. Otros galenos afirman que los que están en el sector de transición, los de las Fuerzas Armadas necesitan ser más, necesitan sumarse y multiplicarse, aunque esto signifique un golpe.
Se escucha una voz que despista, es un Cabello calvo que amenaza con el cierre de todos los pabellones del preoperatorio, que no habrá monitores de signos vitales, red de oxígeno y aspiración.
Sin embargo, ya la operación comenzó, 24 estados han asumido el camino: calle sin retorno, y los dos hombres al mando orientan ese torrente sanguíneo que recorre la anatomía nacional.
Esa es una cirugía muy importante, pero más determinante será el posoperatorio, la recuperación prealta con una buena etapa de cicatrización, irónicamente la fase de “maduración” de las heridas agudas, crónicas y traumáticas. ¡Ya veremos! (O)