El primer día de este mes el papa Francisco firmó una nueva exhortación apostólica inspirada en las resoluciones del Sínodo de la juventud, y se llama Christus Vivit.

En esta exhortación nos invita no solo a los pastores, sino también a los adultos laicos a reflexionar profundamente sobre la situación actual de los jóvenes en el mundo entero.

Particularmente considero que es un aporte valiosísimo que merece conocerse y estudiarse con profundidad y ánimo de compromiso.

Luego de hacer un recorrido inicial de la palabra de Dios, afirma el papa que los jóvenes ya son el presente del mundo porque tienen capacidad de aportar a la familia y la sociedad, y pregunta: “¿Cómo son los jóvenes hoy, qué les pasa ahora?”.

Nos invita a mirar a nuestro alrededor, sin prejuicios: “Hoy los adultos corremos el riesgo de hacer un listado de calamidades, de defectos de la juventud actual. Algunos podrán aplaudirnos porque parecemos expertos en encontrar puntos negativos y peligros. ¿Pero cuál sería el resultado de esa actitud? Más y más distancia, menos cercanía, menos ayuda mutua”.

Con dolor se describe la realidad mundial: “Muchos jóvenes viven en contextos de guerra y padecen la violencia en una innumerable variedad de formas: secuestros, extorsiones, crimen organizado, trata de seres humanos, esclavitud y explotación sexual, estupros de guerra, etc. A otros jóvenes, a causa de su fe, les cuesta encontrar un lugar en sus sociedades y son víctimas de diversos tipos de persecuciones, e incluso la muerte. Son muchos los jóvenes que, por constricción o falta de alternativas, viven perpetrando delitos y violencias: niños soldados, bandas armadas y criminales, tráfico de droga, terrorismo, etc. Esta violencia trunca muchas vidas jóvenes. Abusos y adicciones, así como violencia y comportamientos negativos son algunas de las razones que llevan a los jóvenes a la cárcel…”.

Y continúa: “Todavía son más numerosos en el mundo los jóvenes que padecen formas de marginación y exclusión social por razones religiosas, étnicas o económicas. Recordamos la difícil situación de adolescentes y jóvenes que quedan embarazadas y la plaga del aborto, así como la difusión del VIH, las varias formas de adicción (drogas, juegos de azar, pornografía, etc.) y la situación de los niños y jóvenes de la calle, que no tienen casa ni familia ni recursos económicos”. “Cuando además son mujeres, estas situaciones de marginación se vuelven doblemente dolorosas y difíciles”.

Anota también datos de un documento preparado por 300 jóvenes de todo el mundo para el trabajo sinodal en el cual ellos indicaron que “las relaciones online pueden volverse inhumanas. Los espacios digitales nos ciegan a la vulnerabilidad del otro y obstaculizan la reflexión personal. Problemas como la pornografía distorsionan la percepción que el joven tiene de la sexualidad humana”.

Esta exhortación, que tiene una finalidad pastoral, presenta una realidad muy completa de la juventud actual y merece la pena analizarla detalladamente, contrastar los aspectos que atañen a nuestra juventud y asumir compromisos a fin de establecer soluciones urgentes para las nuevas generaciones de ecuatorianos.

(O)