Formar y mantener una relación de pareja feliz, ¿es un arte, sabiduría o quizás suerte del destino?
El aumento del índice de divorcios en Ecuador me induce a pensar que la elección de esposa y/o esposo no ha sido correcta y que, tal vez, hay fallas al momento de tomar esa decisión tan importante.
Para considerar que una persona es mi pareja ideal es necesario, ante todo, conocerla bien, no superficialmente, sino en sus ideales, valores, gustos, sueños, inquietudes y también sus miedos, sus defectos, sus limitaciones.
El conocimiento profundo que solo se logra a través de una buena comunicación clara, sincera y permanente llevará a comprender a la persona elegida, es decir, a entenderla en sus reacciones, en sus motivaciones, en sus actitudes frente a la vida y las situaciones.
Es verdad que nunca terminamos de conocernos porque los seres humanos somos un misterio y eso hace el amor más hermoso, pero es imprescindible tener la seguridad de que la persona elegida es quien me satisface para compartir la vida y formar una familia.
Lamentablemente, a veces se establecen relaciones comprometedoras por el avance de los intercambios sexuales y puede pensarse que como en este aspecto todo marcha bien la elección es la correcta, olvidando que la vida de casados no transcurre en la cama su mayor parte del tiempo.
La sexualidad es, sin duda, un aspecto esencial, pero no el único.
Ser pareja implica, además del conocimiento y la comprensión, la aceptación de cada uno con sus virtudes y defectos, porque solo en esa aceptación mutua de él y ella se puede dar el verdadero amor.
Aceptar es respetar las diferencias, incluso disfrutarlas. Aceptar es poder convivir con las imperfecciones o fallas de la pareja y no amargarse porque no quiere cambiar… Por eso es tan importante conocernos y saber que sí podemos aceptar y qué no.
Ser pareja es entregarse el uno al otro y comprometerse a ser una familia. Por eso el amor es esencial, básico.
Ser pareja es amarse sin secretos ni temores, con confianza y seguridad en el amor mutuo que goza haciendo feliz al compañero/a.
Amar, y esto lo aprendí de mi marido, es preferir a la pareja. Si piensas o sientes que eres primero, entonces no amas de verdad…
Debemos gozarnos en la alegría y la felicidad que podemos proporcionar... Ambos deben disfrutar de la unión y entregar su aporte para lograrlo.
Ser pareja es también superar los “desencuentros” esporádicos que inevitablemente se dan y saber perdonarse sin anclarse en los resentimientos.
Ser pareja requiere fidelidad y lealtad a toda prueba y en todos los aspectos. La unión y el amor se hieren profundamente con la mentira y sobre todo la traición.
Cada pareja tendrá sus secretos para ser feliz, pero sin buen humor y alegría no es posible. Un amor triste, siempre lo afirmo, es un triste amor.
Eduquemos a nuestros hijos y ayudemos a nuestros nietos adecuadamente para elegir a la persona con quien verdaderamente podrán constituir una pareja feliz. (O)