Afortunadamente el presidente está propiciando algunos cambios estratégicos que apuntan en la dirección correcta, tanto para recuperar la gobernabilidad del país como también para impulsar la necesaria y urgente rehabilitación económica.

Tenemos que reconocer nuevamente el gran trabajo que están desarrollando las carteras de Comercio Exterior, Economía, Turismo, Industrias, y también la transformación a todas luces plausible de la Cancillería, que está devolviendo al Ecuador la imagen de sensatez y mesura que había perdido por pasiones netamente subjetivas.

La incorporación del Ecuador al bloque comercial de la Alianza del Pacífico será sin duda alguna un beneficio extraordinario para la economía nacional, pues se accede a un inmenso mercado donde se podrán colocar nuestros productos de exportación, a la vez que podremos aprovechar las mejores condiciones para la importación de bienes y servicios que ayudarán a mejorar el nivel tecnológico, productivo, y finalmente nuestra calidad de vida.

Debemos congratularnos por esta gran oportunidad que favorecerá la rehabilitación económica y la generación de empleo que tanta falta nos hace; sin embargo, no debemos olvidar que los convenios comerciales son de doble vía y así como se incrementan las oportunidades para exportar, también nos llegará mercancía que competirá con nuestra producción de consumo interno, y esto podría convertirse en una verdadera tragedia porque este segmento está sufriendo un problema grave de rentabilidad, la que ha sido diluida especialmente por los costos de producción extremadamente altos, debido especialmente a la implementación de cargas tributarias a los insumos importados, pero también a la falta de tecnificación consecuencia de una equivocada y obsoleta política de financiamiento, la inexistencia de una política de Estado para la comercialización interna que permite la proliferación de la intermediación abusiva.

No debemos olvidar que los convenios comerciales son de doble vía y así como se incrementan las oportunidades para exportar, también nos llegará mercancía que competirá con nuestra producción de consumo interno...

Por eso el Gobierno debe trabajar concienzuda y urgentemente en devolver la rentabilidad a la producción para consumo interno, lo mismo en el área de la artesanía como de la pequeña industria, pero especialmente para la agricultura y la ganadería, porque las actuales condiciones en que se desenvuelven estas actividades no les permiten competir ni en precios ni en calidad.

Demás está recordar que las actividades antes mencionadas son desarrolladas mayoritariamente por los pequeños y medianos productores, que constituyen el segmento poblacional más vulnerable, con menor nivel económico y misérrimos beneficios sociales, por tanto, si el Gobierno no toma las acciones adecuadas para mejorar la competitividad de estas actividades ante la llegada de los productos extranjeros, abocaremos irremediablemente a la quiebra de estos sectores productivos, que se traducirá en un desenfrenado incremento del desempleo y producirá una irremisible calamidad económica, laboral y social para el país.

Nuestra población, igual que la de todas las naciones del mundo, necesita de la agropecuaria para sobrevivir, pero la agropecuaria no podrá subsistir sin la decisión de los gobiernos para rescatarla y resarcirla a su posición otrora preponderante, y que irónicamente busca solo favorecer la sobrevivencia de los pueblos, cubriendo las apremiantes necesidades de todos, incluso de quienes la desdeñan. (O)