Durante la mal recordada década correísta no se le dio el trato que debía tener la estatal EP Petroecuador. En el año 2008 fue entregada de manera irresponsable en manos de la cúpula de la Armada Nacional. Fue el inicio de su desgracia. Los “expertos navales” no tenían conocimiento mínimo del manejo petrolero en sus diferentes fases: extracción, exploración, comercialización y refinación del crudo. Desde entonces han sido múltiples los problemas presentados, es decir, desconocimiento, corrupción, inoperancia, etc. Y cuando ciertos técnicos profesionales capaces, que sí tuvo la estatal, quisieron hacer su trabajo, intervenía el mando político para dictar medidas antojadizas para satisfacer ajenos y propios intereses con el objeto de adquirir compromisos perjudiciales y que el tiempo ha demostrado fehacientemente y que son motivo de profunda investigación.

Abundan casos negativos específicos ocurridos durante la década perdida pasada. El más emblemático fue tratar de construir la Refinería del Pacífico, el megaproyecto petrolero, “en cualquier sitio de Manabí”, para satisfacer el capricho del expresidente Correa. Se gastaron más de USD 1.200 millones para nada, a pesar de actuales infructuosos intentos de ejecutarla. A través de esta columna conté al país sobre esta aventura. Otro caso de despilfarro fue construir en la Refinería de Esmeraldas una pileta ostentosa y sin estética en USD 4 millones, tal como lo denunció un exgerente de la estatal. No se sabe si existen investigaciones sobre actos de corrupción. La inestabilidad administrativa de los cargos gerenciales fue evidente. Entraban y salían como si asistían a un festival artístico. Se daban esos lujos mientras el país se hundía.

El presidente Moreno llegó hace 15 meses, con su discurso conciliador y las nuevas autoridades petroleras con claras proclamas anticorrupción, de compromiso de un manejo transparente de la cosa pública, nos dio la esperanza de tener mejores tiempos para el buen funcionamiento de EP Petroecuador. Sin embargo, la realidad ha sido distinta. No se aprecia la tan esperada estabilidad. Pero sí se nota a ciertas autoridades petroleras ligadas con otras que podrían estar en evidente conflicto de intereses que afectarían al desenvolvimiento de la estatal. El actual gerente general encargado de EP Petroecuador, tercero desde hace quince meses, espera el nombramiento del titular, que sería el cuarto. En tanto, se nombra al Dr. Luis Berrazueta como procurador jurídico de la estatal, quien tuvo que dejar su asesoramiento en una empresa petrolera multinacional para hacerse cargo del área legal, donde debe emitir dictámenes jurídicos que involucrarían a su exrepresentada. Ojalá luego de abandonar sus actuales funciones en la estatal no regrese a su anterior trabajo, que significaría que su desvinculación no fue tal. El referido procurador jurídico tiene como asistente a su hermano político (cuñado). ¿No es esto un caso de nepotismo? El Dr. Alejandro Mosquera, exgerente de Comercio Internacional, actuó como gerente y asesor legal d e esa área en las negociaciones de los escandalosos contratos de preventa petrolera con Petrochina y Petrotailandia, fue removido a inicios de la actual administración.

No se entiende cómo estas autoridades pueden mantener cierta independencia en tan delicadas funciones, deben ser motivo de investigación por entidades de control del Estado. Esto significa que el actual manejo del sector petrolero aún es incierto. Por un lado, se lo intenta fiscalizar y por otro, se emiten nombramientos extraños que hacen dudar del verdadero rumbo que se le quiere dar a la estatal. La incertidumbre crea desconfianza. El tiempo de cambios se agota infamemente. (O)