La escena me resulta memorable: Natural Born Killers, película dirigida por Oliver Stone, irrumpía en el año 1994 para desarrollar, guiada por el humor negro y la sátira, la historia de Charles Starkweather y Caril Ann Fugate, pareja de furiosos asesinos que acabó con la vida de 11 personas entre Nebraska y Wyoming, un mortal tour ocurrido a finales de los años cincuenta.
La escena a la que me refiero tiene que ver con el amotinamiento ocurrido un año después de la detención de la pareja, aprovechando una entrevista sensacionalista que debía ser transmitida en directo por televisión después del Super Bowl. Una vez que el asesino somete a los vigilantes, toma sus armas, las reparte entre internos cómplices y decide ir por su novia menor de edad asilada en un hospital psiquiátrico. Cuando se alistaban a salir en medio de una descomunal balacera, Charles Starkweather agarra con su mano izquierda la cámara que se utilizaba para la transmisión –la derecha la tiene sólidamente aferrada a un tétrico fusil–, la entrega al periodista-sensacionalista y le espeta la frase: “tú disparas con esto”. Entonces se inaugura una nueva matanza mientras el periodista- sensacionalista disfruta también del poder demoledor que le otorga momentáneamente una cámara de video encendida y su credencial de “periodista”.
La reflexión de la escena, en un cine-foro con estudiantes universitarios de periodismo, recae en el hecho de que muchos de los que se dedican a este oficio encuentran en una cámara encendida la mejor arma para sostener su espacio de poder. Sí, de poder, no de servicio: ante ella debes doblegarte, no puedes ocultarte, te roba tu espíritu; para el portador es la sacrosanta unción que los aleja de la vida existencial del hombre común y corriente para convertirlos en semidiós. Una cámara encendida en las manos equivocadas puede ser la patente perfecta para tomar tu dignidad bajo amenaza, a la fuerza. Sin reparos.
Solo que en tiempos de nuevas tecnologías, las cámaras han sido reemplazadas por teléfonos celulares, y las transmisiones en espacios periodísticos, por trinos o posteos en redes sociales. El poder está en el disparador. Como en los fusiles de Natural Born Killers.
El ejemplo de esto lo protagoniza un señor –me cuesta llamarlo “periodista”– de apellido Cueva, en Bélgica. Hace tomas a un exmandatario y a su hija; insulta. Acusa.
Antes de abordar el tema en este espacio, buscaba una justificación que no sea una posición personal con trasfondos políticos; y la justificación está precisamente en las conclusiones del cine foro. El oficio del periodismo, digo a los estudiantes, es un acto de servicio permanente; delicado y responsable. Y lo que hizo el “periodista” no es la mejor guía o ejemplo para los entrelíneas del periodismo de televisión; peor aún cuando en redes circulan otros videos en los que con fusil en mano… perdón, con cámara en mano acosa a funcionarios públicos que deciden no dar entrevistas.
A las redes sociales, ese espacio público que también ha llegado a ser una especie de caldo de cultivo de lo peor del corazón humano, se le debe colocar el cascabel para que el ciudadano entienda que la dinámica de la información exige un alto compromiso ético y social.
Extralimitarse nos puede identificar como natural’s born killers.(O)