Pablo, en carta a los corintios (1 Co, 15,32), resume en pocas palabras la causa profunda de la corrupción. ¡Si mañana moriremos, comamos y bebamos!

¿Por qué y para qué esforzarse en respetar la propiedad ajena, en investigar y trabajar, en crear nuevos recursos, en perdonar, ayudar, compartir, arriesgar, en solucionar problemas, etc.? Por qué no el etnocidio matando de hambre a venezolanos pobres?

Iniciaron la etapa anterior de gobierno condenando la corrupción de gobiernos anteriores y comprometiéndose a gobernar con “manos limpias y corazón ardiente”. Las supongo expresiones sinceras, de buena voluntad.

Prueba inicial de la actual voluntad, la indiscriminada investigación. No son sujetos de investigación solo los marginados, sino también los antes intocables, como el vicepresidente. Que se lo incrimine causa vergüenza a ecuatorianos; pero al mismo tiempo es un signo de que en Ecuador también los poderosos ya son sujetos de la ley.

Al inicio de esta nueva etapa se va descubriendo corrupción y se promete a los ecuatorianos erradicarla con una “cirugía radical”.

¿Qué se entiende por “cirugía radical”? Juicios justos, realizados por jueces competentes con diafanidad y libertad, ya sería una buena cirugía de la corrupción; pero solo de sus manifestaciones ya existentes, o sea, del crimen ya cometido. ¡Quedaría la raíz!

El castigo después del juicio. En la generalidad de las cárceles existentes se castiga; pero al mismo tiempo se degrada aún más a los reos. Se debieran ofrecer posibilidades de rehumanización, de rehabilitación, para reintegrarlos en la sociedad.

¿Bastaría la multiplicación de estas cárceles entendidas como centros de rehabilitación? Esta pregunta nos lleva más allá: ¿Por qué causa fueron ingresados en el centro de reclusión? Respondiendo, nos acercamos a la raíz.

La generalidad de los ecuatorianos nos quejamos por la falta de ética en los centros de reclusión. ¡Bien! Mucho peor es la supresión o descuido de la ética en escuelas, colegios y universidades.

Las tres funciones del Estado laico aprobaron la Ley de libertad educativa de los padres de familia. Pronto la laicidad (libertad de religión) murió en el atar del laicismo, (negación de Dios en la sociedad). El fruto parcial de esta negación es la corrupción en todas las esferas de la sociedad, expresada en el menosprecio de valores humanos, como libertad, corresponsabilidad, trascendencia. “Si mañana moriremos, comamos, bebamos” (1 Corintios 15,12-20).

La defensa de valores humanos, enraizada en la esperanza de felicidad sin término, la convicción de que somos miembros corresponsables, como humanos y cristianos, influyen más que el becerro de oro (Éxodo, 32) en el cultivo o en el descuido de valores humanos, en todas las esferas de la sociedad.

Los humanos que han adelantado los jalones de la historia de la humanidad no fueron esos “conservadores” que, con sus valores, se han encerrado en sí mismos y en el hoy; ni fueron los “modernistas” encerrados en sí mismos con sus palabras; son aquellos que con dolores, como los de parto, abren a la sociedad, con obras y palabras, a una vida mejor. Son los que han convertido una idea en ideal. (O)