Los principales problemas que aquejan la comercialización de los productos agrícolas para consumo interno son: la intermediación y el oligopolio del mercado.
La intermediación comienza a gestarse por las incongruencias de los programas de financiamiento agropecuario, que hace que los productores lleguen a la cosecha sin liquidez y tengan que vender sus productos más por desesperación que por justa valoración. La falta de financiamiento adecuado también impide que tengan los equipos y maquinaria requeridos para manipular y conservar sus cosechas, forzándolos a la venta rápida que nunca es la más conveniente. El mismo falaz financiamiento trunca la compra de vehículos para sacar las cosechas, que tienen que venderse en la misma finca a precios castigados.
Pero quienes finalmente controlan los precios son los oligopolios que dominan el negocio; estas empresas copan los mercados sin competencia real y manejan a su antojo la demanda de la materia prima y la oferta de su producto final, de esta manera las pasteurizadoras para la producción lechera y las piladoras para la cosecha arrocera se posesionan del mercado sin preocuparse por ser recíprocas con el esfuerzo del campesino.
Aunque los productores son dueños absolutos de la oferta, no tienen ninguna influencia en la demanda, cuya variación manipulada por el oligopolio es la que presiona la fijación de precios, por eso, nuestra sugerencia es crear una empresa comercial e industrial que pase a ser protagonista también en la demanda de la materia prima, y de la oferta del producto final ya industrializado.
Para el sector arrocero, nuestra empresa deberá competir en la compra de la cosecha, que con la infraestructura para manipulación y almacenamiento del producto se podría industrializar en nuestras propias piladoras, dosificando la oferta para equilibrar estas dos fuerzas del mercado.
En el segmento lechero también se debe competir para demanda y oferta, pero incluyendo detalles técnicos como equipos refrigerados para mantener la cadena de frío desde la misma finca, práctica indispensable para la manipulación de la leche. Además se requiere un riguroso proceso de control de calidad que garantice la excelencia del producto final.
Estas empresas deberían ser de constitución mixta, con representantes del Estado y de los productores, tanto de asociaciones privadas como en forma individual, o agrupados por sectores o comunidades productivas. Sin embargo, los cargos ejecutivos, gerenciales y de responsabilidad técnica serían seleccionados de entre profesionales independientes y calificados por su competencia.
La creación de estas empresas permitiría armonizar los precios a nivel de finca y del mercado de consumo, disminuyendo el impacto de la intermediación y de las estructuras oligopolistas del mercado, rescatando la estabilidad y rentabilidad de los sectores productivos.
Vale anotar que este proyecto no intenta sustituir a las actuales industrias procesadoras, sino que se propone competir con ellas para minimizar cualquier amenaza o posibilidad de manipulación del mercado.
Importante destacar que el financiamiento para este proyecto es muy factible de ser cubierto por entidades internacionales que colocan los excedentes económicos de las potencias mundiales, con tasas preferenciales y hasta préstamos no reembolsables, especialmente para proyectos de desarrollo agropecuario que demuestren viabilidad y sostenibilidad.
Entonces, la oportunidad del gran cambio es real, solo falta decisión del Gobierno y sobre todo, la responsabilidad de encargar estos proyectos a profesionales con conocimiento, experiencia y competencia sobre el sector agropecuario. (O)