Posiblemente los sociólogos tengan parámetros para medir los daños que un mal gobierno causa en la sociedad; los medios de comunicación y analistas políticos hacen sus estudios y proyecciones; los ciudadanos comunes podemos criticar, lamentarnos y también dejar atrás la década fatal y recuperar la esperanza.
Un mecanismo de defensa nos conduce a seguir adelante para salir de situaciones complicadas. La tendencia popular, que he visto a lo largo de mi vida, es a afirmarse en otro líder, buscar otra cabeza que guíe y ofrezca cambios, que suscite confianza y credibilidad.
Necesitamos confiar, pero ¿en quién?
No hay vuelta atrás en el avance de la maldad, el arrastre de la corrupción, del largo gobierno anterior, que involucra a muchísimas personas que nunca aparecerán, el pésimo modelo y la decepción política que causa inercia cívica y ahonda el quemeimportismo, especialmente en las clases populares que siempre son las más afectadas.
Duele, duele muchísimo el mal ejemplo que se les ha dado a las nuevas generaciones de adolescentes que cada vez se involucran menos en los problemas del país.
Y duele aún más el daño incalculable que las leyes blandas para el consumo y portación de drogas han hecho a las familias. ¿Qué va a pasar con esas dos generaciones de jóvenes que fueron tan afectadas? ¿Podrán recuperarse y ser útiles al país?
He tenido ocasión de palpar en varias oportunidades el dolor profundo de los padres en barrios marginales que se sienten impotentes ante este problema provocado en el mismo colegio o en las cercanías de sus casas, o el terror de otros que no quieren que sus hijos salgan a jugar, ni a la esquina, por el peligro de la oferta de droga… Y esto no ha cambiado.
Es imposible volver atrás. El pasado no se puede cambiar. Los errores que involucran a otros son los más graves y muy difícil resarcir los perjuicios. ¿Qué hacer entonces?
Me parece que es tiempo de no desperdiciar energías y poner manos a la obra para reconstruir…
Demasiado tiempo, creo yo, se pierde criticando en las redes sociales lo mismo y lo mismo, con mucha creatividad y también humor, pero ¿hasta cuándo?
Es tiempo de trabajar y seguir luchando por levantar al país. El nuevo gobierno debe ofrecer las garantías para que todos tengan trabajo digno y capacidad de superación, pero todos los ciudadanos podemos hacer algo también…
Es prioritario, especialmente, rescatar los valores fundamentales de la convivencia humana y de la familia; recuperar la formación de la niñez y juventud.
Utilizar algo del tiempo libre para entregar de aquella fortaleza que tenemos y ayudar a otros a ser mejores personas y ciudadanos, sean niños, jóvenes o padres de familia, donde sintamos el llamado a dar: solos o en grupo, con la familia, en la empresa, en el barrio…
Es tiempo de avanzar, caminar y construir el futuro de los hijos y nietos. Que ellos aprendan a amar su patria y luchar por su futuro con fe y valor. (O)