EN EL MUNDO DE HOY es cada vez más frecuente encontrarnos con personas que tienen otras ideas, otras creencias, otras religiones, otras costumbres. Las facilidades de movilización, la posibilidad de comunicación inmediata aún con lugares remotos, en suma, la globalización, lo hacen posible.
Y en esa realidad debemos convivir en paz. Es entonces cuando es necesario entender la necesidad de la tolerancia como medio para una convivencia que se rige por el respeto.
Todos tenemos derecho a creer en algo y a exigir que ese algo sea respetado, pero también tenemos que aceptar que ese derecho no nos faculta para decidir lo que otros pueden hacer, ver o defender. Tampoco es la aceptación de todo aunque se oponga a nuestras creencias, no lo aceptamos pero respetamos el derecho del otro a vivir de acuerdo con su cultura. En realidad, la tolerancia es el ejercicio de mi derecho y el de los demás a ser diferentes.
Tolerar no es aguantar, es comprender y aceptar que no somos iguales, que no tenemos la misma historia, la misma fe, la misma cultura, ni la misma manera de entender la sociedad y su organización política, pero eso no nos impide relacionarnos y compartir el mundo, practicando la tolerancia, que es fundamento de la convivencia pacífica. (O)