La acción y el efecto de apoderarse ilegalmente y con el uso de la fuerza del control de algo es la definición de secuestro, por ello es un delito y quienes lo practican son delincuentes. Y “organización criminal con estructura organizacional que se instaura veladamente para proteger sus propios intereses”, es la definición de mafia. La combinación de ambas, es lo que pasa en Venezuela, un grupo lo tiene secuestrado para el saqueo interminable de sus arcas.
Con una estrategia irrefutablemente ilegal, pretenden legalizar su secuestro mediante una amañada e inconstitucional Asamblea Constituyente cuyos miembros han sido puestos a dedo por Maduro, para tener una nueva constitución al estilo Cuba, un solo partido político, legalizar más la persecución política, acabar más con la libre expresión. El objetivo es convertir todas las libertades consagradas en la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en delitos comunes. Todo esto a la vista y paciencia de países latinoamericanos, Estados Unidos y Europa, cuya únicas respuestas han sido aplicar sanciones económicas. Es decir castigar al pueblo de Venezuela, como si eso basta para liberar a los 30 millones de venezolanos de la dictadura. Lo peor es que lo hacen al grito de democracia, protegidos por los mal aplicados derechos de autodeterminación de los pueblos e inviolabilidad del territorio por fuerzas extranjeras. En resumen, vemos cómo una mafia secuestra un país y nadie en el continente puede hacer nada. Sin embargo en Medio Oriente, a 6000 kilómetros de distancia, se envían fuerzas militares para dizque liberar a Irak y destruyen también a la bella nación de Siria en una medición de poderes entre Estados Unidos y Rusia, al grito de libertad. Es hora de que la OEA dé una definición geopolítica de democracia, la cual debe incluir la existencia de varios partidos, el voto universal y secreto, la total independencia de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, una veeduría de la OEA obligatoria de elecciones...; para tener derecho a llamarse un país democrático y pertenecer a la OEA.
Es el colmo que se haya propuesto de membresía de Cuba a la Organización de los Estados Americanos. La mera sugerencia es una blasfemia. Es hora que se defina lo que constituye el secuestro de un país y existan mecanismos contundentes de sanciones e intervención, incluyendo bloqueo militar para el rescate de un país que caiga preso de secuestradores disfrazados de políticos y militares que opriman a un pueblo que clama libertad. Hoy por ti, mañana por mí. (O)
Gustavo E. Echeverría Pérez,
Guayaquil