Cuando un nuevo mandatario inicia el ejercicio del poder, unos señalan preferentemente lo negativo; otros, lo positivo del anterior. Señalemos el sendero de la esperanza, en el que se adelanta, también, con retrocesos.

-Ejercer el poder exige abrirse a personas y realidades divergentes. Señalo algunas:

1) El no nacido. Para unos, porque el no nacido carece de poder, es una cosa incómoda y sin valor humano.

Otros, como el doctor Roberto George, integrante de la Corte Suprema de Estados Unidos y especialista en Bioética, señalan que el embrión es una vida humana. Afirma: El embrión es un ser humano en su más temprana etapa de desarrollo.

2) Corea del Norte es tomada en cuenta, no tanto por su valor humano, cuanto por su poder atómico.

-El poder se ejercita, superando la tensión de dos fuerzas contrastantes: una, el amor y el servicio; otra, el egoísmo y la dominación. Todos tenemos la ilusión de ser servidores sin rescoldo de dominadores.

Experiencia y ciencia descubrieron que el poder incontrolado corrompe a quienes lo ejercen; pretende controlar mente y libertad de las personas; descubrieron la necesidad de mutuas limitaciones del poder: organizaron el ejercicio del poder en tres funciones.

Quienes tienen como libreto una sociedad de infantes evitan la distribución de poderes y responsabilidades. Una sociedad consistente está formada por ciudadanos consistentes, es decir, libres y responsables.

Ayer, hoy y mañana el poder exige del que lo ejercita dos controles: uno interno, la introspección, para mirar sus potencialidades y sus limitaciones; otro, la separación de poderes. Sin las señaladas introspección y separación, quienes ejercen el poder se enceguecen y lo confunden: -en un primer momento solo con absorción de derechos y deberes; -posteriormente incluyen en su concepto de poder el derecho de beneficiarse a costa del bien de la sociedad. En pocas palabras, la centralización acaparadora del poder y la falta de controles derivan fatalmente en corrupción del sistema y de algunos de los que ejercen el poder.

Esta “década ganada”, que termina, comenzó atribuyendo a gobernantes anteriores la corrupción. Comenzaba la era de “las manos limpias”. Quienes prometieron limpieza olvidaron que “la paja junto al fuego arde”. En la década petrolera hubo mucha paja. No hubo control controlable. Aun antes de Odebrecht, algunos de la cúpula, que probablemente serán juzgados, ya estaban quemados.

En esta década se ha confundido laicidad con laicismo. Laicidad: el Estado no tiene religión, pero sabe que la religión es un pilar de ética y moral. Laicismo: el Estado coarta la libertad de los ciudadanos de tener o no una religión.

Nuestro flamante presidente, como “cedacito nuevo”, consolida la esperanza con los siguientes compromisos expresados el 24 de mayo: -Valorar la familia. -Diálogo en lugar de los monólogos sabatinos. “Nada sobre los ciudadanos; nada sin los ciudadanos”. -Respetar la libertad de expresión. -Respetar a los jóvenes en su elección de una profesión. -Suprimir la criminalización de quienes discrepan. -Respetar los derechos inmemoriales de los pueblos originarios (y liberar a sus jefes). (O)