Cuando usted querido lector vea este artículo, estaremos a pocos días de conocer quién será nuestro nuevo regente. Sí, es verdad, uso la palabra regente y no presidente, porque con la Constitución que tenemos, no elegimos un primer mandatario con poderes democráticamente delimitados, sino algo más.
¿Qué es esto? Buena tarea para politólogos y filósofos del derecho, definir el cargo que en Ecuador otorgamos a quien gana las elecciones presidenciales y a quien llamamos presidente constitucional de la República.
¿Por qué no elegimos presidente? Porque la facultad ilimitada de “colegislación” y veto que la norma suprema otorga al primer mandatario, le permite limpiarse el trasero con la voluntad legislativa e imponer la suya. El que sea colegislador es bueno, sin duda, pero que el legislativo necesite una mayoría calificada para ratificar su voluntad, una vez que el presidente ha emitido un veto a una ley, simplemente permite que este imponga las normas a los legisladores.
Producto de esto, a partir de Montecristi es mucho más poderoso en materia legislativa el secretario jurídico de la Presidencia de la República, que cualquier comisión de la Asamblea Nacional. ¿Nos merecemos eso como país? Claro, pues los electores en fila de a uno y por más del ochenta por ciento apoyaron estas normas sin beneficio de inventario.
Pero no es solo eso lo que nos merecemos, también hemos hecho méritos para tener los gobernantes que nos han dirigido. Ni siquiera tenemos clara nuestra posición en la sociedad y nunca falta el tarado que suelto de huesos dice que no le importa quién gane, pues él vive de su trabajo y no del gobierno.
El pobre tipo seguramente no entiende que los impuestos que paga, la calidad de los servicios públicos que recibe, la posibilidad de que su hijo vaya a una universidad de calidad, entre otros aspectos, tienen directa relación con la estructura gobernante. A mí no me da de comer el Gobierno, pero mis impuestos van a sus bolsillos, la seguridad ciudadana depende de él, la calidad de vida de quienes habitan y trabajan conmigo también, no puedo por tanto desentenderme de mi entorno político y decir que una elección o la discusión sobre derechos no me atañe.
Estos gestos de mediocre individualismo producen justamente gobiernos autoritarios, que consideran que hagan lo que hagan, nadie protestará porque están más preocupados del desenlace de la novela rosa o de los programas de concursos y farándula. Por eso tenemos los gobiernos que merecemos, esos que a golpes y patadas nos recuerdan cada tanto que la Banana Republik no es aún una etapa superada. Elegimos gobiernos no a base de programas bien estructurados, si no a fuerza de tarima y sabatina.
Nos gusta que nos mientan y los políticos nos dan gusto. Faltan a la verdad cada que pueden y sobre los temas más básicos. Si no me creen, consulten los índices económicos gobiernistas y se darán cuenta de lo que estoy hablando.
De acuerdo con el INEC tenemos apenas un punto más de desempleo que Alemania, cuando en realidad si aplicáramos los parámetros de evaluación que utilizan en Europa, tenemos cifras de paro laboral mayores que las de Portugal y España.
Que somos potencia espacial también nos dijeron, al tiempo que un vendedor de humo disfrazado de astronauta lanzaba al espacio un juguetito por el que se había pagado más de cuatro veces su valor en el mercado y al que no volvimos a ver jamás. Eso somos, badulaques y noveleros, poco serios y siempre dispuestos a cambiar nuestro oro por espejitos y baratijas.
¿Que nos vamos a transformar en Argentina? De ninguna manera, para eso necesitaríamos tener el sistema universitario que tienen ellos y del que estamos a décadas de distancia. ¿Que nos vamos a convertir en Venezuela? Peor todavía, las brigadas bolivarianas, si bien son sustentadas económicamente desde el Gobierno, tienen una estructura ideológica. Acá el correísmo a lo sumo llega a aglutinar un grupo de garroteros a cambio de dinero y prebendas, pues coherencia ideológica no hay ni siquiera en la cúpula de gobierno.
Nos gusta que nos roben y también en eso nos dan todos los gustos. Se han llevado el santo y la vela, al punto que gane quien gane, gobernar será una verdadera pesadilla. Ya se descubrirá cuánto realmente debemos y cuánto de nuestros recursos naturales se encuentran comprometidos a futuro. Mientras tanto mis estimados lectores, tenemos lo que hemos escogido y lo que merecemos. (O)
De acuerdo con el INEC tenemos apenas un punto más de desempleo que Alemania, cuando en realidad si aplicáramos los parámetros de evaluación que utilizan en Europa, tenemos cifras de paro laboral mayores que las de Portugal y España.