Ha muerto un gran hombre, un demócrata no solo en lo formal, sino en todas las dimensiones públicas que tiene el ser humano. Convencido de su ideología, impulsor de la unidad de las corrientes progresistas del país, defensor a ultranza de las instituciones de la democracia, comprometido con la redistribución del ingreso hacia los sectores más pobres y excluidos del país, tolerante con todos quienes tenían visiones distintas, Raúl Baca Carbo era con seguridad de lo mejor que tuvo la nueva democracia ecuatoriana. Era alguien de quien los ecuatorianos podíamos sentirnos orgullosos como dirigente político y a quien debemos agradecer por haber sentado las bases del periodo más largo de vigencia del sistema democrático.
Quisiera recordar una dimensión de este extraordinario hombre público: su paso por el Ministerio de Bienestar Social y en esa función la importancia que dio al Programa Nacional de Desarrollo Rural, conocido entonces como Pronader. Esta política pública tenía como objetivo fundamental fortalecer las capacidades de la población rural y muy especialmente de los campesinos y pequeños productores, buscando transformar no solo su actividad económica como productores agropecuarios, sino su participación como ciudadanos en las diferentes instancias de decisión del país.
De hecho, poco se recuerda que fue con la democracia que la población rural se volvió ciudadana y, por lo tanto, sujeta de derechos y obligaciones. Hasta 1979 las personas analfabetas no podían votar; esta prohibición implicaba en los hechos que una parte significativa de la población fuese excluida no solo de la institución del voto, sino en los hechos de políticas públicas. Los campesinos analfabetos eran responsabilidad de la Iglesia y de las obras de caridad. Aún más, cuando el país volvió a la democracia en 1979, la población rural apenas comenzaba a liberarse de sistemas de control local, en que normalmente terratenientes, curas de pueblo y tenientes políticos decidían qué hacer y por quién votar, si podían hacerlo. Volverse ciudadanos desde 1979, implicó tanto poder votar, pero también desarrollarse como individuos y comunidades con capacidad de decidir, sin que fuesen controlados por caciques locales. Significaba también poder producir en mejores condiciones en sus parcelas.
Los programas de desarrollo rural que comenzaron con el gobierno del presidente Roldós y se mantuvieron durante el gobierno de Osvaldo Hurtado como responsabilidad presidencial tuvieron un momento de expansión significativa cuando fue ministro Raúl Baca Carbo; se volvió en los hechos un programa nacional, con acciones en las principales zonas rurales del país. Una evaluación hecha a mitad de periodo de ejecución de dicho programa encontró que en casi todas las zonas en que se ejecutó Pronader, los pequeños productores habían mejorado su producción agropecuaria, la infraestructura productiva, caminos y sistemas de riego se habían ampliado, las organizaciones en muchas zonas jugaban un papel importante en la comercialización y los campesinos participaban en comités y sistemas de decisión pública y privada.
La construcción de la democracia muchas veces olvida acciones que fueron de gran trascendencia para ser lo que hoy somos y olvida a personas que se jugaron por hacer del país un mejor lugar donde vivir. Lo interesante es que Raúl Baca Carbo hizo todo esto y mucho más, sin que nunca se le borre la sonrisa generosa con la que lo recordamos todos quienes tuvimos la suerte de conocerlo.