La existencia de una luna ubicada fuera de nuestro sistema solar nunca ha sido confirmada, pero un nuevo estudio dirigido por la NASA puede proporcionar evidencia indirecta de ello.
Una nueva investigación realizada en el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA revela posibles indicios de una luna volcánica rocosa que orbita un exoplaneta a 635 años luz de la Tierra.
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La pista más importante es una nube de sodio que, según los hallazgos, está cerca del exoplaneta, un gigante gaseoso del tamaño de Saturno llamado WASP-49 b, pero ligeramente desincronizada con él, aunque se necesitan más investigaciones para confirmar el comportamiento de la nube. Dentro de nuestro sistema solar, las emisiones de gas de la luna volcánica de Júpiter, Ío, crean un fenómeno similar, detalla Europa Press.
Aunque no se ha confirmado la existencia de exolunas (lunas de planetas fuera de nuestro sistema solar), se han identificado múltiples candidatos. Es probable que estos compañeros planetarios hayan pasado desapercibidos porque son demasiado pequeños y tenues para que los detecten los telescopios actuales.
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La nube de sodio alrededor de WASP-49 b se detectó por primera vez en 2017, lo que llamó la atención de Apurva Oza, ex investigadora postdoctoral en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y ahora científica de Caltech, que administra el JPL.
Oza ha pasado años investigando cómo se pueden detectar las exolunas a través de su actividad volcánica. Por ejemplo, Ío, el cuerpo más volcánico de nuestro sistema solar, arroja constantemente dióxido de azufre, sodio, potasio y otros gases que pueden formar enormes nubes alrededor de Júpiter de hasta 1.000 veces el radio del planeta gigante. Es posible que los astrónomos que observan otro sistema estelar puedan detectar una nube de gas como la de Ío incluso si la luna en sí fuera demasiado pequeña para verla.
Tanto WASP-49 b como su estrella están compuestos principalmente de hidrógeno y helio, con trazas de sodio. Ninguno de ellos contiene suficiente sodio como para explicar la nube, que parece provenir de una fuente que produce aproximadamente 100.000 kilogramos de sodio por segundo. Incluso si la estrella o el planeta pudieran producir esa cantidad de sodio, no está claro qué mecanismo podría expulsarlo al espacio. (I)