“En Ecuador no es lo mismo nacer niño que niña”, dice Catalina Vaca, socióloga y representante de Plan International Ecuador, organización que este 8 de marzo presenta la campaña latinoamericana El País que Queremos, enfocada a visibilizar el rol de las mujeres, las jóvenes y las niñas en la sociedad.
¿Por qué asegura esto? “La niña nace cargada de ciertos estereotipos culturales que nos dicen, en primera instancia, que ella tiene que estar dentro del espacio privado de la casa (por protección), y por lo tanto comienza a hacer trabajo doméstico desde que es muy pequeña, asumiendo responsabilidades cada vez mayores. A los 14 ya está cocinando y cuidando a los hermanos o a adultos mayores”.
De acuerdo a datos de Plan, las chicas primero están orientadas a las labores y luego hacia tener hijos. Ellas pertenecen al ámbito privado y los varones a lo público, hacer deportes, hacer amigos. “Las niñas necesitan ser cuidadas y andar siempre acompañadas, porque la sociedad ecuatoriana es un lugar de riesgo para ellas, que son vistas como débiles”. Básicamente, deben ser protegidas de aquellos que, según esta línea de pensamiento, deberían protegerlas.
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“Si ya vamos al análisis de las situaciones de violencia, 65 de cada 100 mujeres la han vivido, y en sus entornos más cercanos: la familia, la escuela y el barrio”. Entonces, ¿dónde están seguras las mujeres?
“Manejamos un doble discurso”, resume la gestora social: queremos proteger a las mujeres, las designamos como vulnerables, pero al mismo tiempo son sujetos de violencia (por parte de sus cuidadores). “Alrededor del 20 % de ellas son víctimas de agresión sexual. En algunos casos se producen embarazos no deseados, de los que, al final de cuentas, tienen que hacerse responsables. Y ahí hay un dato difícil de aceptar, que niñas de entre 10 y 14 años dan a luz a diario”, una situación que el Código Orgánico Integral Penal califica como violación.
La educación en sexualidad, primero en la familia
No hablar sobre temas importantes como la sexualidad, la atención de salud integral y las formas de denuncia exponen todavía más a las mujeres. “Hay mucho miedo de denunciar y de buscar ayuda. Muchas violaciones no son reportadas”. Vaca resalta la importancia de dar información a los padres. “Plan Internacional tiene una metodología para que los padres, las madres, los cuidadores y los docentes puedan abordar estos temas”.
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La información debe entregarse de acuerdo a la edad y a las preguntas de los niños, niñas y adolescentes.
- Esta información debe abarcar los derechos sexuales y reproductivos, los cambios físicos, la gestión menstrual, que puede ser un obstáculo en la escolaridad de las niñas y jóvenes.
- La educación sobre el trato a las víctimas y los mecanismos de denuncia es parte de la responsabilidad de los padres.
“No hay mucha difusión sobre las rutas de protección. Cuando hay alguna situación de violencia, la mayoría de personas considera que hay que llamar al 911 y allí le dirán que hacer. Pero no conocen el rol de las diferentes organizaciones del Estado. Nosotros”, indica Vaca, “trabajamos con personas de la comunidad que están formadas sobre estas rutas de protección y saben cómo direccionar a las familias”. Ella enfatiza que otro aspecto es sensibilizar a las entidades para que den respuestas rápidas, antes de que la agresión escale a un femicidio.
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Educar y visibilizar, la clave para erradicar la violencia de género
El movimiento feminista ha sido clave en sensibilizar hacia la violencia de género y los derechos de las mujeres, reconoce Andrea Endara, coordinadora de la carrera de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad Casa Grande. Eso repercute en educar a la sociedad civil y en los esfuerzos a nivel público para erradicar esta problemática.
Ecuador es miembro de la Cedaw, la convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Cada cuatro años el país debe informar sus esfuerzos para cumplir con la misión, explica la especialista en Migración, Desarrollo y Derechos Humanos. Entre las recomendaciones de Cedaw, ilustra, está celebrar la inclusión de las mujeres en la política.
En contraste, una arista preocupante es la situación de niñas y adolescentes en sectores vulnerables y las mujeres que han quedado relegadas del sector laboral debido a la pandemia. “Los índices de violencia y embarazo infantil han aumentado en comparación con el informe anterior que había presentado el Ecuador”, agrega la docente.
Pero a mayor concientización sobre estas problemáticas, mayores acciones. “No hay un seguimiento a los programas que se emiten desde las instituciones competentes… La sensibilización sirve siempre que esté acompañada de una política pública clara que dé seguimiento en territorio, para ir cambiando el chip de la ciudadanía, porque nuestra sociedad sigue siendo muy machista y patriarcal”.
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La sociedad puede aportar asumiendo diferentes compromisos para aliviar el conflicto. Por parte de las mujeres, estar conscientes de que existen redes de ayuda a las que pueden recurrir si son víctimas de violencia. Y las que no, ser empáticas, para generar espacios de confianza para hablar de estos temas.
De parte de los hombres se debe contraer la responsabilidad de educarse en los diversos tipos de violencia y cuestionarse si se es parte del problema. Y todos, hombres y mujeres, actuar al percibir un acto de violencia. Recordar que la violencia de género es una problemática social, no personal.
En el Día Internacional de la Mujer, Endara hace hincapié en que es una fecha conmemorativa, no celebratoria. “No es un ‘feliz día’. Hay muchísimas mujeres violentadas. Hay luchas que no se han logrado, cada vez hay más segregación, las mujeres están fuera del mercado laboral. El femicidio aumenta. Es una fecha de reflexión: ¿Cuáles son las luchas que tienen las mujeres y cómo trabajar para reducir esas brechas de desigualdad entre ellas y los hombres?”
La socióloga Vaca observa otro eje que necesita transformación: la autoestima. “En los talleres preguntamos (a las familias): ‘Digan tres de sus cualidades’. Y nos responden que no tienen ninguna. Hay que trabajar en eso, y en el tema del proyecto de vida”, es decir, que los jóvenes puedan conversar de eso con sus padres, que tal vez no pudieron cumplir con sus propios planes.
“Trabajamos con poblaciones vulnerables y tenemos un estudio de uniones tempranas; las chicas a los 14 años ya tienen pareja autorizada por los papás; al tener un número muy grande de hijos, es una especie de alivio. Por eso tratamos de razonar con los padres sobre el proyecto de vida de su hija, por qué una unión temprana puede ser perjudicial para ella. Queremos que las familias se empoderen de estos temas”, para que cuando sus hijos e hijas quieran hablar de sexualidad —algo tan común como sus sentimientos, sus emociones, gustar de alguien, tener un enamorado— no los castiguen ni les cierren la conversación. “Es importante que asumamos con responsabilidad nuestra paternidad y maternidad, autoeducándonos, buscando otros espacios”. (F)