El acto cotidiano de comer implica mucho más que ingerir nutrientes para mantener la vida. Es un proceso cultural que trasciende los platos, la mesa y a los propios comensales. Se trata de un intercambio simbólico de historias, saberes y experiencias que se narran desde el aprendizaje de cierto platillo, sus técnicas de preparación, hasta cómo se decide compartirlo y con quién. Así, la idea de comer calentado o recalentado vendría a ser como revivir este proceso más de una vez.

Para nadie es ajena la deliciosa costumbre de aprovechar las comidas que sobraron del día anterior para armar un nuevo platillo o recrear el anterior. Tal vez para componer una comida consistente para la primera hora del día, ¿por qué no? Como un arroz moro con huevo frito, por ejemplo.

Un desayuno recalentado muy a menudo tiene como base un plato de arroz moro. Foto: Shutterstock

“Era la solución de las abuelitas al prepararnos algo rápido y rico a la hora del desayuno”, recuerda el empresario Mauricio Aguirre, propietario del restaurante Porkysa, especializado en diferentes tipos de carnes y cortes al grill, el cual también ofrece en su carta un menú exclusivo de diversos calentados para todos los gustos y experiencias. Los hermanos Aguirre también son propietarios de Puerto Moro, así como de otros restaurantes.

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¿Darle sobras de mi comida a mi perro es inofensivo?

Es tradición familiar, justamente en la época de Navidad y Año Nuevo, cuando la sazón festiva se extiende entre esos días (o más) y el relleno navideño parece salir del cuerno de la abundancia cada vez que se abre la refri. Aquí, en cambio, el calentado es más una comida para compartir con todo el árbol genealógico, porque así la fecha lo hace sentir a uno: regalón, próspero y generoso.

Y ahora, con los movimientos zero waste, o cero residuos, la intención de comer recalentado resuena mucho con el principio de hacer un mejor uso de los recursos y, con ello, prevenir el desperdicio alimentario, uno de los aspectos más importantes de la filosofía zero.

Residuo cero​​ es un concepto de vida sostenible, que busca reducir la basura que producimos y nuestro impacto en el medio ambiente. Foto: Shutterstock

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 17% del total de alimentos disponibles para los consumidores en 2019 se desperdició. Esto equivale a 931 millones de toneladas de alimentos, de acuerdo con el Índice de desperdicio de alimentos, publicado por la FAO a inicios de marzo. En otras palabras, el recalentado vendría a ser una acción ecológica por el planeta, y sin mucho esfuerzo. Entonces, ¡a comer calentado!

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Saludable, antes que todo

“Personalmente, soy antidesperdicio, no se debe tirar la comida”, declara Irene Baquerizo, health coach. “Más allá de que sea o no nutritivo, por solidaridad, hay que buscar darle la vuelta al alimento que se preparó y quedó, para que no se desperdicie”.

Eso sí, hay recomendaciones para que esa conciencia social y ambiental no jueguen en contra de la salud.

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¿Cuál es la forma más segura de calentar la comida? Foto: Shutterstock
  1. El calentado no va al microondas, sino a la olla o a la sartén, es la recomendación básica de Baquerizo. “Es preferible volver a estos recipientes”, aunque signifique lavar más trastos. De hecho, según una publicación de la Clínica Mayo, solamente calentando de esta forma se alcanza la temperatura suficiente como para matar a las bacterias.
  2. El tiempo de consumo de ese alimento guardado debe ser, como máximo, de un día para otro, no más.
  3. Cuando cocine grandes cantidades de lentejas, fréjoles y otros granos, sirva lo necesario y porcione el resto en fundas con cierre (ziploc) para congelar. “Al congelar, se conservan, en buena parte, los beneficios de los alimentos. Y no proliferan las bacterias malas para el organismo”, añade Baquerizo, lo que sí pasa en las otras áreas del refrigerador. Así que los granos, más que calentados, deberían ser descongelados.
  4. ¿También el arroz? No. Al ser un cereal, se lo trata de manera distinta. El arroz y la quinua pueden estar en el refrigerador hasta dos días y recalentarse con agua (sin aceite, pues cambia el valor nutritivo). Si desea aun así añadir algo, que sea aceite de oliva crudo, al final.
  5. En general, evite los desperdicios. Aprenda a hacer porciones si está tratando de no caer en la tentación del calentado.
  6. Pero como suele ser inevitable que después de cenas, fiestas y pedidos a domicilio quede algo, vuelva a los pasos 1 y 2.

Cero desperdicios, también fuera de casa

Una de las maneras menos visibles de comer ‘recalentado’ es aquel platillo que armamos con los excedentes de una cena fuera de casa. No nos espantemos. Es más común de lo que parece, aunque a muchos nos pueda costar reconocerlo, por vergüenza o modestia.

“¿Podría ponerme esto en un recipiente para llevar?” es la diferencia entre salir de un restaurante con una tarrina dentro de una fundita o ver una porción de comida sabrosa (si le gustó), de buena calidad (porque es un buen restaurante), en un tacho de basura, reducida a nada, sumándose a otros desperdicios.

La tarrina es válida: no hay nada vergonzoso en pedir para llevar lo que quedó de su cena en el restaurante. Foto: Shutterstock

“Antes solía verse mal el hecho de pedir las sobras en un restaurante”, ilustra Denisse Dunn de Abbud, experta en Protocolo y Etiqueta. Pero, tomando en cuenta que es comida que uno ha pagado, la decisión de pedir para llevar no es nada desaconsejable, destaca Dunn, quien además es creadora del blog The Formal Way, en Instagram (@theformalway). Así, no solo evita desaprovechar los alimentos, también cuida su bolsillo.

Sin embargo, si desea evitar la escena de solicitar los excedentes de su comida en un restaurante, la educadora de etiqueta y protocolo recomienda tratar en lo posible pedir raciones más mesuradas, como medias porciones (si el restaurante lo permite), al igual que los cortes de carnes que se ofrecen en dos o más versiones según su gramaje. Otras sugerencias son pedir solo el plato fuerte sin entrada, o solo una entrada como plato fuerte; o, en su defecto, pedir una entrada para compartir entre varios.

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Lo que no es conveniente, agrega Dunn, es exigir comida para llevar en una reunión o fiesta a la que ha sido invitado en otra casa. “Lo ideal es esperar que los anfitriones manifiesten su deseo de compartir en una vianda u otro recipiente la comida que sobró después de la reunión con sus invitados, debe ser intención de ellos hacerlo”, aclara Dunn.

En todo caso, cuando prepare su calentadito, recuerde que la comida también entra por los ojos, así que monte su plato tan bonito como la primera vez que lo hizo. Es lo que aconseja Dennise Dunn: cuide la presentación. Y, como señala la etiqueta, la mejor bebida para acompañar a cualquier platillo, incluso al recalentado, es un vaso fresco de agua. ¿Cómo será su calentado de hoy? (I)