Para cerrar un vínculo legal de amor se necesitan dos personas. Por ello, no es de extrañar que en las regiones tradicionalmente cristianas se considere que el dos es el “número del amor cristiano y afecto mutuo, de los matrimonios y de la vida social”. Al menos así lo definió el filósofo alemán Heinrich Cornelius Agrippa von Nettesheim en su obra del siglo XVI De occulta philosophia.