El Jueves Santo da inicio al triduo pascual y nos sumerge en la conmemoración de la Última Cena de Jesús con sus discípulos, donde instituyó la Eucaristía.

También recordamos el lavatorio de pies, gesto de amor y servicio de Jesús, seguido por su arresto en el Monte de los Olivos.

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Al respecto, el papa Francisco explica que “es la tarde en la que Cristo dejó a sus discípulos el testamento de su amor en la Eucaristía, no como recuerdo, sino como memorial, como su presencia perenne”, porque “cada vez que se celebra la Eucaristía, se hace de nuevo, se renueva este misterio de la redención”.

El Jueves Santo por la mañana, la mayoría de las diócesis celebran la Misa Crismal, que incluye la bendición anual por parte del obispo de los tres santos óleos: el Óleo de los Enfermos, el Óleo de los Catecúmenos y el santo Crisma. La Misa Crismal y la bendición de los óleos se celebran en todo el mundo y, posteriormente, los óleos bendecidos se distribuyen en las respectivas diócesis para su uso sacramental.

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La app católica Hallow recuerda que aunque el Jueves Santo no es un día de precepto no se debe a que la Iglesia lo considere menos importantes, sino a que simplemente se da por sentado que los católicos saben lo esenciales que son estos días tan solemnes para la fe y su asistencia a la liturgia.

Lecturas del Jueves Santo, 28 de marzo 2024

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: «Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de los hijos de Israel: “El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino más próximo a su casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo.

Será un animal sin defecto, macho, de un año; lo escogeréis entre los corderos o los cabritos.

Lo guardaréis hasta el día catorce del mes y toda la asamblea de los hijos de Israel lo matará al atardecer”. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo comáis. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, y comeréis panes sin fermentar y hierbas amargas.

Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el Paso del Señor.

Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor.

La sangre será vuestra señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora, cuando yo hiera a la tierra de Egipto.

Este será un día memorable para vosotros; en él celebraréis fiesta en honor del Señor. De generación en generación, como ley perpetua lo festejaréis».

Salmo Responsorial

Salmo 115, 12-13. 15-16. 17-18

R/. El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo

¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?

Alzaré la copa de la salvación,

invocando el nombre del Señor.

R/. El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo

Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles.

Señor, yo soy tu siervo,hijo de tu esclava:

rompiste mis cadenas.

R/. El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,

invocando el nombre del Señor.

Cumpliré al Señor mis votosen presencia de todo el pueblo.

R/. El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

Llegó a Simón Pedro, y este le dice: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».

Jesús le replicó: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».

Pedro le dice: «No me lavarás los pies jamás».

Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo».

Simón Pedro le dice: «Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza».

Jesús le dice: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».

Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».

Palabra del Señor (I)