El origen del árbol de Navidad se remonta a la tradición celta. Sin embargo, no fue sino hasta el siglo VIII a.C en la región alemana de Hesse, donde un misionero llamado Bonifacio taló un árbol de abeto delante de los lugareños y después de leer el Evangelio se los ofreció como representación de paz, que simboliza la vida eterna porque sus hojas siempre están verdes y porque su copa “señala al cielo” , reseña National Geographic.