En un paradisiaco rincón de Ecuador, 79 niños de poblados de escasos recursos económicos han encontrado una ventana abierta hacia un futuro diferente, gracias a un campamento de inglés organizado por un estadounidense de 17 años que ha tomado el idioma como pretexto para unir culturas, afrontar el racismo, cuidar el medioambiente e inspirar a cumplir sueños.