Los médicos suelen recomendar reposo cuando hay dolores relacionados con patologías músculo-esqueléticas; no obstante, muchas veces no se tiene claro es si este reposo debe ser relativo o absoluto.
El portal web del especialista Manuel Cuenca asegura que aunque parece lógica la posibilidad de estar completamente inactivo para aliviar un malestar físico, la realidad es que se trata de una decisión muy compleja, ya que puede convertirse en un problema y atrasar la recuperación.
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¿Qué es reposo relativo y qué es reposo absoluto?
Cuando alguien se está recuperando de los malestares ocasionados por una cirugía o por una lesión, el médico le puede indicar que no es necesario que inmovilice su cuerpo completamente; pues hay casos en los que solo basta con un descanso parcial en el que se sigan haciendo algunas actividades.
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El reposo relativo es el proceso de recuperación enfocado en continuar con ciertas capacidades físicas durante la rehabilitación, eso sí, se disminuye la cantidad de actividades permitidas y el médico recomienda movimientos mínimos y controlados.
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Por otro lado, el reposo absoluto es la inmovilización total del cuerpo. La Universidad de Navarra asegura que cuando el especialista hace esta recomendación, el paciente deberá permanecer siempre en cama y no levantarse bajo ninguna circunstancia. Sin embargo, cada caso debe evaluarse detalladamente.
¿En qué casos se aplican estas recomendaciones médicas y para qué sirven?
El reposo absoluto suele ser aplicado en casos como algunos tipos de fracturas, cuando la persona tiene padecimientos que implican dolores crónicos incapacitantes o enfermedades que afectan a todo el cuerpo con un gran agotamiento, como los problemas cardíacos severos o cuadros infecciosos graves.
No obstante, el descanso total prolongado puede afectar negativamente si no se diagnostica bien, recuerda Mejor con Salud.
Por su parte, el reposo relativo, que es el más recomendado, se aplica durante la rehabilitación de dolores musculares o fracturas, también después de una cirugía, luego de someterse a una extracción dental o de ponerse implantes odontológicos, cuando se tienen problemas con el embarazo o incluso si hay trastornos de salud mental.
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