Mantener una buena salud es fundamental para disfrutar de una vida plena y activa. Todos anhelamos llegar a la vejez con vitalidad y autonomía. Sin embargo, las enfermedades crónicas y el propio envejecimiento, pueden afectar nuestro bienestar y limitar nuestras capacidades.

Por ejemplo, si sufres de debilidad muscular, caminas cada vez más lento, te sientes agotado con facilidad y eres una persona mayor de 70 años de edad, existe una gran probabilidad de que sufras del síndrome de la fragilidad.

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Estos son los síntomas que delatan cuando tienes el cortisol alto y las estrategias para mantenerlo a raya

¿Qué es el síndrome de la fragilidad?

Este síndrome está asociado al envejecimiento, pero no es común en esta etapa de la vida. Foto: GETTY IMAGES

El síndrome de la fragilidad es una condición que afecta entre el 25-40% de los mayores de 80 años, al menos al 10% de la población adulta de 70 años y puede también presentarse en personas de la mediana edad, aunque es poco común.

Así lo resalta Ilta-Sanomat, medio que también indica que para obtener un diagnóstico, el paciente debe presentar al menos tres de los siguientes síntomas:

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  • Pérdida de peso involuntaria
  • Marcha lenta
  • Escasa actividad física
  • Sensación inusual de fatiga y debilidad
  • Debilidad muscular

Cabe destacar que aquellos que padecen del síndrome de fragilidad tienen una menor gestión y control del estrés en comparación con el resto de la población de su edad.

En este sentido, si una persona presenta los síntomas anteriores y no es capaz de sobrellevar los tratamientos estresantes, entonces se hace más fácil llegar a un diagnóstico.

Factores de riesgo y prevención

El sedentarismo y varias enfermedades crónicas aumentan el riesgo de padecer este síndrome. Foto: Shutterstock

Ilta-Sanomat señala que algunos de los factores de riesgo que influyen en el desarrollo de este síndrome -el cual no es común en el envejecimiento- son la hipertensión, la diabetes, la obesidad, la inactividad física y el colesterol alto.

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Y aunque esta condición aumenta la morbilidad, la discapacidad, la necesidad de hospitalización y el riesgo de muerte, se puede prevenir manteniendo un estilo de vida saludable que incluya la práctica de ejercicios y una nutrición saludable.

(I)

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