Comenzar el día con una rutina de cuidado para la piel es ideal para mantenerla saludable. Sin embargo, cuando se empiezan a agregar demasiados principios activos, “lejos de ayudarla, le pueden estar produciendo una congestión o fatiga”, a eso se le llama “piel borracha”, detalla la cosmetóloga y biotecnóloga de Byoode Sonia Ferreiro.

Aunque no tiene que ver con el efecto de haber tomado algunas copas demás la noche anterior, sí produce una apariencia similar. El cosmetólogo, doctor en farmacia y fundador de Twelve Beauty Pedro Catalá señala que aunque cada piel es un mundo y que el exceso de activos puede mostrar síntomas de muchas formas, las características más usuales son “piel irritada, seca y/o con tono apagado, pero también con acné o rojeces”, reseña Vaniatis.

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El enrojecimiento es característico de la ebriedad cutánea | Foto: Freepik

¿Cómo tratar la ebriedad cutánea?

  1. Limpieza facial: es importante estar seguro de que se eliminaron todos los restos de maquillaje o cualquier otra impureza de la piel, detalla MSN.
  2. Exfoliar: pese a que no es un paso dentro de la rutina de cuidado diario, se debería hacer al menos dos o tres veces a la semana. Esto sirve para eliminar las células muertas, de modo que los principios activos penetrarán mejor.

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  1. Aplicar sérum facial: como mínimo, es recomendable optar por un sérum que sea humectante, rico en activos, como el ácido hilaurónico, y antioxidante si se trata de la rutina de mañana con opciones como la vitamina C, mientras que en la nocturna, es mejor usar un sérum regenerador.
  2. Hidratar: el último paso incluye a la crema hidratante en la rutina de cuidado facial. No pueden faltar aquellas cremas que contengan ácido hialurónico, ya que retiene el agua e hidrata la piel. En caso de que la piel sea seca, se puede optar por ingredientes como la manteca de karité.

Es elemental saber que no todos los productos encajarán con la piel de cada persona y sobretodo, que un producto cosmético no debe verse como un accesorio inofensivo, ya que su uso de modo desenfadado puede traer consecuencias a la dermis, un efecto contrario a lo que realmente se busca: protegerla de las agresiones externas.

(I)

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