En un mundo donde las soluciones para mejorar la salud son cada vez más sofisticadas y tecnológicas, existe un aliado poderoso y natural que ha estado con nosotros desde tiempos inmemoriales: los probióticos. Estos diminutos organismos, imperceptibles a simple vista, están protagonizando una auténtica revolución en el ámbito de la salud y el bienestar. Pero ¿qué son exactamente los probióticos y por qué están recibiendo tanta atención?

Los probióticos son microorganismos vivos y para que sean considerados como tales deben cumplir ciertos criterios, explica María Claudia Cruz, especialista en el tema. La mayoría de los probióticos en el mercado son bacterias, pero también existen algunas levaduras (hongos). Para que un probiótico sea efectivo debe contener microorganismos en cantidades adecuadas que brinden beneficios para la salud de las personas.

Son bacterias beneficiosas, y no solo eso, también existen probióticos no bacterianos. Foto: Shutterstock

La microbiota intestinal, compuesta principalmente por microorganismos presentes en el colon o intestino grueso, desempeña un papel crucial en la salud. “Para llegar al colon, los probióticos deben atravesar varias barreras: la saliva, el estómago con su pH ácido, la bilis y, finalmente, el intestino delgado”, señala Cruz. Es en el intestino grueso donde actúan y se observa el beneficio de los probióticos.

Ignacio Hanna, gastroenterólogo de staff del hospital Alcívar y vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Neurogastroenterología, destaca la importancia de una microbiota intestinal estable, ya que esta comunidad de microorganismos tiene múltiples funciones vitales, incluida la función de barrera intestinal. Cuando esta función se ve comprometida, pueden surgir diversas enfermedades, desde neuropsiquiátricas hasta cardiovasculares. Por lo tanto, mejorar la función de la microbiota intestinal (flora intestinal) mediante el uso adecuado de probióticos es fundamental para prevenir enfermedades y promover la salud en general.

La microbiota intestinal se establece durante los dos o tres primeros años de vida, y puede ser afectada por diversas razones, siendo las más frecuentes las infecciones intestinales severas y el uso de antibióticos.

Ignacio Hanna, gastroenterólogo de staff del hospital Alcívar y vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Neurogastroenterología

Su función principal es restaurar el desbalance de la microbiota intestinal. En pocas palabras, los probióticos son microorganismos vivos que, administrados en cantidades apropiadas, proporcionan beneficios para la salud del huésped. “Hay muchos probióticos en el mercado, pero muy pocos tienen evidencia científica que certifique que el microorganismo pasa cada una de las barreras y demuestra beneficios”, afirma Cruz.

La flora intestinal puede verse dañada por tres factores: la disminución de la flora intestinal sana, el aumento de la flora intestinal dañina o un cambio en la diversidad de microorganismos. Es aquí donde los probióticos son necesarios para su restauración.

A través del enriquecimiento de la microbiota, se pueden mejorar problemas respiratorios, digestivos, cuadros de obesidad, enfermedades del hígado, entre otros Foto: Shutterstock

Por otro lado, los prebióticos, que son alimentos o nutrientes para la flora intestinal, como fibras, granos, verduras, lácteos y alimentos fermentados, ayudan a mantener la flora sana. Sin embargo, cuando la flora se ve alterada, el consumo de prebióticos no es suficiente.

La nutricionista Gabriela Cucalón agrega que gracias a las bacterias que contiene (Lactobacillus acidophilus y Streptococcus thermophilus) el yogur permite una mejor digestibilidad de la lactosa y su consumo también se ha asociado con un estilo de vida más saludable. Otros alimentos fermentados también contienen microorganismos beneficiosos. Ejemplos de estos incluyen el vinagre de manzana, queso, kimchi, kombucha, miso y chucrut (col fermentada), aunque su efecto como probióticos aún se encuentra en estudio.

Es crucial entender las diferencias entre prebióticos, probióticos, posbióticos y simbióticos. Mientras los prebióticos estimulan el crecimiento de microorganismos beneficiosos, los probióticos son los propios microorganismos vivos. Los posbióticos son microorganismos muertos y los simbióticos son una combinación de prebióticos y probióticos, indica Hanna.

Algunas personas prefieren los suplementos probióticos a los alimentos, pero se debe tener en cuenta que cada uno tiene su momento de uso. “Los suplementos no son para toda la vida; la alimentación y los factores del estilo de vida deben ser parte de la prevención”, señala Cucalón. Cuando el estilo de vida y los cambios de rutina terminan sobrepasando las capacidades del cuerpo para mantener el balance, los probióticos ayudan a restaurarlo.

Para un consumidor no es sencillo saber cuál es la cantidad adecuada de probióticos. Por esta razón, Cruz recomienda consumir probióticos que hayan sido referidos por un profesional de la salud o aquellos con referencias y respaldo científico. Al tener este respaldo, el consumidor puede estar más tranquilo de que lo que está consumiendo tiene evidencia.

Además, no todos los probióticos son iguales, ya que varían según la familia y la cepa. Por ejemplo, el probiótico Enterogermina cuenta con cuatro cepas (SIN, O/C, T y NR), y hasta la fecha es el único Bacillus clausii que tiene estas cepas juntas.

Importancia de la función barrera

La función de esta barrera es permitir que las sustancias necesarias atraviesen mientras evita el paso de aquellas que podrían ser perjudiciales. Cuando la microbiota intestinal no está en equilibrio, esta barrera se vuelve demasiado permeable, similar a dejar una puerta abierta. Esto puede llevar al desarrollo de diversas enfermedades, incluyendo trastornos neuropsiquiátricos, respiratorios, cardiovasculares, hepáticos y afectaciones en el sistema inmunológico.

¿Cómo actúan?

La nutricionista Gabriela Cucalón resalta los siguientes puntos:

  • Interactúan con las células inmunitarias que recubren el tracto digestivo.
  • Ayudan a la microbiota intestinal a resistir el crecimiento de bacterias dañinas.
  • Producen ácidos grasos de cadena corta, que tienen efectos beneficiosos tanto locales como sistémicos en el cuerpo humano. (I)