La lechuga suele ser el ingrediente estrella de la mayoría de ensaladas, a las solemos acudir cuando estamos a régimen para evitar subir de peso. Es cierto que se trata de un vegetal muy bajo en calorías, pero a pesar de ello puede tener una serie de efectos en el organismo a la hora de ingerirla de manera habitual.

El secreto de las lechugas reside en su tronco, concretamente en una sustancia que contienen éstos. Ante todo este tronco está formado por látex que aporta al organismo una sustancia tranquilizante y relajante que lo que hace es disminuir la velocidad del metabolismo. Los efectos de esta sustancia aumentan si la lechuga se cocina y se come de este modo antes que cruda.

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Comer demasiada lechuga puede ocasionar sensación de hinchazón y malestar en el estómago Foto: Getty

Este efecto que produce la lechuga en nuestro metabolismo hace que en el cuerpo se produzca una sensación como de relajación que a la larga se verá traducida en un aumento de la retención de líquidos en determinadas zonas, así como la proliferación de gases que nos darán sensación de hinchazón y malestar.

Sin embargo, este alimento tiene efectos positivos porque es efectivo en casos de estreñimiento ya que tiene una gran cantidad de fibra dietética, que ayuda a mejorar la digestión y estimula el movimiento de los intestinos. Además, es útil en casos de retención de líquidos, cálculos renales y problemas de flatulencias.

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Otro de los grandes beneficios es que combate la anemia. Al ser una fuente importante de hierro, es recomendada en casos de anemia y fatiga. Así mismo, ayuda a controlar el colesterol alto. Es una fuente de antioxidantes que ayudan a disminuir el colesterol alto, retrasar el envejecimiento celular y a mejorar la circulación y regula los niveles de azúcar en la sangre por lo que es ideal para pacientes diabéticos.

Es rica en vitaminas A, E, C, B1, B2, Y B3, así como en calcio, magnesio, sodio y potasio. Consumir 100 gramos de lechuga aportará al organismo la cantidad diaria necesaria de vitamina A y betacarotenos.

La nutricionista Paola Sánchez la aconseja en un régimen de pérdida de peso como una forma de reemplazo del pan; así se puede comer una canastita de proteína sobre hojas de lechuga.

Si no eres gran fanático de la lechuga puedes reemplazarlo por el pepino. Estos contienen vitamina B y C, minerales como el calcio, hierro y magnesio además de ser un alimento diurético, lo que ayuda a eliminar toxinas del cuerpo.

La lechuga debe guardarse en un lugar húmedo y fresco, al abrigo de la luz y el aire. En la refrigeradora se aconseja forrarla en papel absorbente y dentro de una funda para conservarse mejor al dejarla en el cajón de los vegetales. No hay que juntarla con manzanas o peras, pues se altera antes. Tampoco debe congelarse. (I)

Hay seis variedades de lechugas que se siembran en el país en cualquier época. Estas son las luanas o salinas, red fire dancing, mac, escoria y achicoria Foto: Getty