Aunque a veces percibimos el latido del corazón, por regla general no somos conscientes de lo que ocurre en nuestro interior. Lo normal es que no percibamos, por ejemplo, el trajín de las neuronas, ni el trasiego de sales y agua en los riñones. La física y química subyacentes a esos procesos son las que conforman el metabolismo basal, las que nos mantienen vivos. La energía que gastamos en ellas es el precio que, en todo momento, pagamos por estar vivos y viene a representar entre el 50 % y el 70 % de toda la que utilizamos.