Se sabe que los problemas para dormir son uno de los primeros síntomas de demencia entre los humanos. Y ahora, los científicos han comenzado a analizar perros que experimentan interrupciones similares cuando duermen.

En una investigación de Frontiers se estudió a 28 perros mayores y se observó que aquellos con síntomas de disfunción cognitiva canina (CCD) tardaron más en conciliar el sueño y pasaron menos tiempo durmiendo la siesta.

Las puntuaciones más altas de demencia también se correlacionaron con un sueño de movimiento ocular menos rápido (REM), lo que significa que estos perros tenían menos probabilidades de soñar. “Nuestro estudio es el primero en evaluar la asociación entre el deterioro cognitivo y el sueño usando polisomnografía, la misma técnica que se usa en las personas, en perros de edad”, dijo la autora principal, la Dra. Natasha Olby, de la Universidad Estatal de Carolina del Norte.

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El grupo de perros del estudio tenía entre 10 y 16 años, lo que corresponde al promedio de vida de un canino. Para empezar, se pidió a los propietarios que clasificaran las características de sus mascotas, incluida la gravedad de los síntomas de CCD.

La CCD, también conocida como demencia canina, está relacionada con el envejecimiento del cerebro de un perro, lo que lleva a un deterioro de la conciencia y la memoria. Los síntomas pueden incluir evitar las interacciones sociales, desorientación y ansiedad. Luego, los científicos también realizaron su propio examen de los perros, en busca de cualquier otro signo de la afección.

Tras recopilar estos resultados, se encontró que el 28,5 por ciento presentaba demencia severa, mientras que el 14,3 por ciento y otro 28,5 por ciento presentaba una forma moderada o leve respectivamente. Luego, estos perros ingresaron a una clínica del sueño donde los científicos pudieron analizar sus movimientos oculares además de su actividad cardíaca y muscular.

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Todos menos dos perros entraron en un estado de somnolencia, antes de que 24 entraran en un estado de sueño no REM en el que la actividad cerebral se vuelve más tranquila y más lenta. Luego, poco más de la mitad cayó en el sueño REM, el estado en el que es más probable que ocurran los sueños cuando el cerebro se vuelve más activo.

Curiosamente, los perros con puntuaciones más altas de demencia tardaron más en conciliar el sueño. Los científicos observaron las oscilaciones en las señales eléctricas del cerebro para analizar esto, que generalmente son captadas por pequeños sensores que descansan en la cabeza de un sujeto de prueba.

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Los resultados siguen a otro estudio del año pasado que encontró que el riesgo de demencia canina aumenta en un 52 por ciento cada año después de que un perro cumple 10 años. Los perros inactivos tienen un riesgo 6,5 veces mayor de CCD que los que hacen ejercicio regularmente.

En ese momento, los investigadores escribieron: “Dada la creciente evidencia de los paralelismos entre las enfermedades cognitivas caninas y humanas, el diagnóstico preciso de CCD en perros puede proporcionar a los investigadores modelos animales más adecuados para estudiar el envejecimiento en las poblaciones humanas”. (I)