“Nada es seguro, solo la muerte”, es un frase popular. Lo cierto es que pocos minutos luego de morir inicia la descomposición con un proceso llamado autolisis, o autodigestión. Poco después de que el corazón se pare, las células se quedan sin oxígeno y su acidez aumenta a medida que los derivados tóxicos de las reacciones químicas se acumulan en su interior. El proceso suele empezar en el hígado, rico en enzimas, y en el cerebro, que tiene un alto contenido en agua. Finalmente, todos los tejidos y órganos se colapsan del mismo modo. Rotos los vasos sanguíneos, las células se depositan, por efecto de la gravedad, en los capilares y las venas pequeñas, decolorando la piel.