La ciencia es clara sobre el consumo fuerte de alcohol y el cerebro: se trata de una relación tóxica. La gente que bebe mucho tiene cambios en la estructura y en el tamaño cerebral que se asocian con el deterioro cognitivo.
El nexo se hace más fuerte a mayor nivel de consumo de alcohol. Un ejemplo: en personas de 50 años, que aumentan de una unidad de alcohol diaria (media cerveza) a dos unidades (una cerveza de medio litro o una copa entera de vino), se producen cambios en el cerebro equivalentes a haber envejecido dos años.Pasar de dos a tres unidades de alcohol en ese mismo rango de edad viene a ser como envejecer tres años y medio, reportó el equipo, que publicó en la revista Nature Communications.Como la muestra es amplia, los científicos de Penn U han podido encontrar patrones sutiles, como la diferencia entre tomar media cerveza y una completa cada día, dice Gideon Nave, autor del estudio y profesor de Marketing de la Escuela Wharton, quien colaboró con representantes de las escuelas de Medicina de la Universidad de Pensilvania y la de Wisconsin-Madison.El médico psiquiatra Germánico Zambrano explica que este es un estudio a gran escala, trabajado con datos estadísticos de más de 36.0000 personas, y que viene a revolucionar lo que se ha creído siempre sobre el consumo de alcohol en pequeñas cantidades, pues se demuestra que estas ya pueden ser lesivas.“Sí se está demostrando que disminuye el volumen cerebral, por un lado, a través de la resonancia magnética nuclear funcional, que es un examen muy sofisticado”, y así se confirma el deterioro cognitivo del bebedor light, pues su desenvolvimiento a futuro se verá afectado.Entonces, continúa el médico, a raíz de estos datos tendrán que cambiar las políticas de prevención y de salud pública, “para advertir a las personas de lo que estamos encontrando”.Otro dato interesante, destaca Zambrano, es que el estudio seleccionó a los participantes de modo que no hubiesen personas con deterioro cerebral por otras patologías, para centrarse en la variable del consumo de alcohol. “Se han usado los datos de gente razonablemente sana, de entre 49 y 65 años, lo cual es muy representativo. Pero al revisar la bibliografía, vemos que aparece el famoso hígado graso no alcohólico, que gran parte de la población tiene, no por bebida, sino por acumulación de grasa, debido a la mala alimentación”. Pues bien, esto señalaría que, al igual que los bebedores, las personas con hígado graso no alcohólico tienen disminución de la masa del volumen cerebral.“Beber a diario, aunque sea en pequeñas cantidades, y tener problemas de hígado graso no alcohólico va a llevar a un deterioro mental, y valdría tomar las medidas preventivas”, advierte Zambrano. “Esto debería llamar nuestra atención para cuidar la salud, pues actualmente hay la esperanza de que las neuronas sí tienen un proceso de autorregeneración”.Hasta hace poco se creía que las neuronas morían irreversiblemente. “Ahora hay otros criterios, y se sabe que hay un factor neurotrófico, que ayuda en la longevidad de las neuronas y en el buen funcionamiento”. A esto se le llama la neuroplasticidad o facilidad de las neuronas para formar nuevas conexiones e incluso regenerarse. “Va a depender, entonces, del tipo de dieta que hagamos y de que evitemos sustancias tóxicas. Y si vemos que el alcohol, aunque sea en pequeñas cantidades, nos está causando problemas, será preferible renunciar a esa cantidad que creíamos que no hacía daño”.El doctor Zambrano piensa que este informe va a seguir causando impacto y a derivar en nuevas investigaciones. “Es una alerta mundial para nuevas medidas sanitarias. Esto debe ser replicado en algún otro estudio de esas dimensiones, para saber si hay alguna diferencia, por ejemplo, entre los que beben cerveza o whisky”.En estudios anteriores se ha propuesto que pequeñas cantidades regulares de vino e incluso de cerveza tenían propiedades que mejoraban la circulación, “pero todo eso, frente a estos nuevos datos, específicos y bien realizados, nos da para meditar y estar pendientes de lo que va a venir”.El enigma que queda es el del bebedor de fin de semana, que el psiquiatra menciona como una de las conductas típicas del bebedor ecuatoriano.A más del bebedor de fin de semana, que acumula en un día la bebida que no puede tomar a diario, con el argumento de que necesita desahogarse, hay otros patrones de comportamiento con el alcohol. “Culturalmente, lo asociamos con el nacimiento, con la muerte, con al tristeza, con la alegría... No hay pretexto que no sea válido”.Está también el bebedor que hace “campañas” de alcohol. “Puede instalarse por días o semanas, y luego parar por meses, hasta que entra nuevamente en campaña de bebida”.Además, está el bebedor recreativo, que toma después de hacer deporte o de reunirse con los amigos.Y las personas que tienen alcoholismo avanzado o crónico, que beben a diario y en grandes cantidades. “Aquí va ingresando un grupo cada vez mayor de mujeres, que beben en casa a escondidas”.Buscar ayuda profesional depende de cuán cerca esté la persona de tocar fondo. Esta expresión es muy conocida en las agrupaciones de alcohólicos anónimos. Ese fondo puede ser distinto para cada persona: el ser descubierto, si lo hacía a escondidas; el abandono de la pareja y de los hijos; la pérdida del trabajo, del negocio, del dinero, del círculo social.“Es el momento en que la persona hace conciencia de lo grave de su situación”, resume Zambrano. Hasta tanto, mientras crea que la puede controlar y que no es un problema, se comportará como en cualquier otro tipo de adicción: negándolo.“En el campo de la psiquiatría ya sabíamos de las consecuencias del alcoholismo crónico, del deterioro cerebral que puede llevar a la demencia”.Uno de esos fenómenos es la alucinosis alcohólica, que ocurre entre las personas que paran de beber por unos días, sea voluntariamente o no: en un plazo de 24 a 48 horas experimentan delirios, agitación, agresividad, y necesitarán terapia farmacológica de emergencia y psicoterapia de apoyo. “En algunos casos, personas que han dejado de beber por años todavía tienen la percepción de que ven pasar gente o tienen ideas de que su pareja les es infiel, aunque sepan que esto no tiene fundamento”. Estos casos no se curan con medicación, y pueden confundirse con la esquizofrenia.Otra consecuencia del alcohol es el daño hepático y la disfunción eréctil. “Se dan cambios a nivel de las hormonas; es típico ver ginecomastia, por los problemas en la producción de testosterona. Y el alcohol, junto con el tabaco y la diabetes, son las principales causas de la disfunción eréctil. A esto se suma la neuropatía alcohólica, el dolor en las terminales nerviosas de las extremidades”.Y finalmente está el síndrome de Wernicke-Korsakoff, en el que hay confusión, pérdida de la actividad mental y de la coordinación muscular, cambios en la visión, pérdida de la memoria, fabulación y alucinaciones.Para manejar la incomodidad al dejar de beber, hay medicamentos y terapias que ayudan, así como los grupos de alcohólicos anónimos. “El alcoholismo no tiene cura, lo único que se logra es la abstinencia”, advierte Zambrano. Por eso, el lema de AA. AA. es “un día a la vez”. Estos grupos obtienen un éxito a veces mayor que otro tipo de psicoterapias, reconoce el médico; por eso, en la actualidad se trabaja en conjunto.El estudio aquí mencionado trabajó con UK Biobank, una base con datos genéticos y médicos de medio millón de adultos y adultos mayores británicos. Eligieron imágenes de resonancia magnética del cerebro de más de 36.000 adultos, y así calcularon el volumen en materia blanca y gris en diferentes regiones del cerebro.“Este estudio miró promedios de consumo, pero tenemos curiosidad por saber si beber una cerveza al día es mejor que no tomar durante la semana y luego ingerir siete de golpe el domingo”, dice Nave. “Hay evidencia de que beber de golpe es peor, pero no lo hemos revisado de cerca todavía”. (I)","isAccessibleForFree":true}
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Para el cerebro, aumentar de una a dos bebidas diarias equivale a envejecer dos años.
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La ciencia es clara sobre el consumo fuerte de alcohol y el cerebro: se trata de una relación tóxica. La gente que bebe mucho tiene cambios en la estructura y en el tamaño cerebral que se asocian con el deterioro cognitivo.
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