El cine para los niños y jóvenes puede resultar ser ese medio para salir de la rutina, y desconectarse de todas las tareas diarias. Además de ser un medio de entretenimiento, puede ser por el que se transmita valores, reflexiones sobre la vida, y conocimiento. Sumergirse en el mundo del séptimo arte desde pequeño es parecido a un viaje lleno de emociones con personajes capaces de generar empatía o rechazo.
Enseñarle a un niño a consumir cine desde muy pequeño puede ser un aporte positivo a su creatividad, habla y desenvolvimiento. Además de desarrollar en el menor sensibilidad y un bagaje de conocimiento cultural.
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Seleccione las películas
Los especialistas sugieren seleccionar previamente las películas a ver, para esto los padres deben ser “lo suficientemente críticos y cuidadosos como para permitirle ver o hacerle ver cosas que por un lado les entretengan, les guste, en efecto, pero que estén de acuerdo con su edad”.
En este sentido, Eduardo Espinoza y Angélica Lainez, de Butaca Paradiso, recomiendan aprovechar estos espacios para elegir filmes que ayuden a tratar temas con los hijos. “El cine como arte es un modo de expresión para decir algo que usualmente no se dice a nivel cotidiano”, indica Espinoza.
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Los gestores culturales cuentan que para sus talleres juveniles buscan películas a partir de las temáticas que quieren abordar: fotografía, montaje, guion, etc. Lo mismo puede ocurrir con los padres. “¿Qué conversaciones quiere tener con su hijo o su hija?”, es la pregunta que podría plantearse primero. “Quizás los padres estén interesados en hablar sobre historia y ponen algún filme bélico, o quiere hablar sobre temas sociales... El cine es muy potente para habilitar algunas conversaciones”, explica Lainez.
Esto incluye aquellos temas considerados ‘tabú’, pues en la actualidad hay propuestas cinematográficas para niños que incluyen temáticas LGBT, diversidad racial, derechos humanos, y más. “El cine normaliza, visibiliza, pone sobre la mesa temas que se han considerado como prohibido por mucho tiempo, y que no necesariamente tienen que serlo y que no hay nada malo en la conversación y en el intercambio de ideas”, defiende.
¿Obligarlos?, no
Todo niño y niña merece que sus primeros encuentros con el cine sean agradables, por esto Naranjo sugiere planear tardes de películas en familia, donde todos se sientan disfruten y se involucren con la cinta elegida. “Generar una situación alegre alrededor de ese evento hace que el niño y la niña vayan relacionándolo con algo que le produce placer”.
Uno de los factores clave es la pasión, menciona Espinoza, quien también es psicólogo. Es fundamental que padres e hijos compartan el gusto por el séptimo arte para que de esta forma todo fluya de manera natural y no como una tarea a cumplir. “La mejor manera es haciéndolo... La película debe apasionar al padre”, expresa.
El experto invita a los padres a debatir sobre cada película que ven, ya que esto podría crear un espacio de diálogo en el que un futuro el niño o niña invite a sus padres a ver la película que le gusta. “La película no acaba cuando esta finaliza; la película continúa en la conversación que se puede tener sobre esa película. Y si a mí me apasiona este filme que he visto, yo quiero conversarlo con mi hijo, para que él también escuche lo que yo tengo que decir y escuchar lo que él tiene que decir de esa película...”, explica Espinoza.
También podría crear espacios en los que los menores propongan los filmes que desean ver en familia. Esto ayudará a fortalecer su criterio propio e independencia. Lo ideal sería ayudarlo a crear una lista de opciones para finalmente elegir.
La película no acaba cuando esta finaliza; la película continúa en la conversación.
Eduardo Espinoza, psicólogo
Un universo diverso
El mundo del cine es un universo de posibilidades que todo niña y niño debe conocer afirma Carlos Naranjo, cineasta y gestor cultural.
“Gran parte del mundo audiovisual está reducido a videos de 1 a 2 minutos de tiempo y entonces el niño o la niña empieza a acostumbrarse a ese ritmo... con eso me refiero con diversidad, a que el niño sepa que hay una gama amplia de posibilidades”, sostiene y agrega: “Hay otras formas de contar la vida”.
Entre sus recomendaciones de películas para niños propone las del estudio Ghibli, en donde se puede encontrar cintas como Mi vecino Totoro, El viaje de Chihiro, Susurros del corazón, entre otros. “Todas tienen una clara intención de reflexión, de entretenimiento, de cuestionamiento, son películas con un enfoque artístico. Pero asimismo hay películas desde la animación, el documental o la ficción que están enfocadas en niños...”.
Pues sugiere que a veces hay que “salir un poco del pensamiento y de la forma Disney”. “Todas las películas de Disney tienen la misma narrativa... a veces le ponen elementos que los hacen más actuales, pero en el fondo la estructura y el modo de contar es la misma”, considera.
Su primera vez en el cine
Hay estudios que recomiendan no exponer a niños menores de 2 años a ruidos fuertes, ni a este tipo de estímulos visuales. Por eso es recomendable que su experiencia con una sala de cine sea a partir de los 2 años, siempre y cuando sienta que su hijo o hija esté listo. ¿Cómo darse cuenta de esto?, haciendo pequeñas prácticas desde casa, por ejemplo, puede apagar las luces del cuarto y poner el televisor a un volumen más elevado para ver su reacción al sonido y los efectos especiales.
Luego podría resultar beneficioso llevarlo a espacios de cine infantil, donde se fusiona la proyección con la interacción, para que de esta manera se vaya familiarizando.
Si el niño desea irse antes de que culmine la función, permítaselo, recuerde que debe ser una experiencia que disfruten, no que sea obligada.
Alternativas en la ciudad
En las diferentes ciudades de Ecuador hay espacios culturales que dentro de su programación ofrecen proyecciones para niños. Por ejemplo, puede consultar la agenda de lugares como el Ocho y medio, la cinemateca de las diferentes Casas de la Cultura (en Guayas existe Cine Petete, un espacio donde se proyectan gratuitamente películas infantiles), Alianza Francesa y más.
“Llevar a los niños a salas de cine es como regalarles dos horas de autonomía, en donde son ellos solitos. Nadie les controla, nadie les dice qué pensar, nadie les ordena, nadie los organiza... salir de lo cotidiano los convierte en seres más íntegros”, menciona el cineasta Naranjo. (I)