Mientras que al llegar la pubertad el apetito de ciertos chicos parece despertarse de forma impresionante, el de otros se apaga tanto que causa alarma. Los dos casos pueden ser preocupantes para los padres, cuando la comida que dan parece no ser suficiente o es rechazada y se queda en el plato.

Los adolescentes experimentan muchos cambios físicos, emocionales y hormonales. En la pubertad se produce el último estirón o crecimiento acelerado en la estatura.

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Algunos adolescentes tenderán a comer de más, otros de menos, pero hay los que se interesan por la composición de su plato. Foto: Shutterstock

Además de esto, hay patrones, como dice la doctora Ángeles García, pediatra. “Algunas niñas quieren verse reflejadas en ciertos estereotipos de delgadez, así que empiezan a vigilar su alimentación”. Aquí suelen tomar dos opciones, comer menos o alimentarse mejor, observa. La primera es la tendencia general. “Pero a mi consulta sí llegan adolescentes que se han informado del tema y saben qué porciones comer adecuadamente, sin embargo, los papás tienen miedo a que caigan en enfermedades y no les permiten hacer ese balance”.

La estrategia para ellas sería el plato inteligente, en el que la mitad está compuesta por vegetales, la cuarta parte de proteína y otra cuarta parte de carbohidratos. García recomienda ofrecer alimentos de alta calidad, pero que se sirven en poca cantidad. “Por ejemplo, si quiero que mi adolescente coma más, puedo aumentar la cantidad y calidad de proteína y no exigirle tanto carbohidrato, que si bien es cierto lo necesita, no debe abarcar más de un cuarto del plato”. ¿Qué hay de las sopas y de los jugos? “No es necesario que los consuma. Los alimentos (sólidos) se acompañan con agua”.

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La misma estrategia funciona para los chicos que hacen algún deporte o quieren ganar masa muscular, pero son consumidores de comida chatarra. “Sigamos el ejemplo del plato inteligente, reforcemos las proteínas y las grasas saludables (una porción extra de aguacate, aceite de oliva, salmón una vez a la semana). La doctora García aconseja armar snacks con frutos secos, frutas y vegetales, que están llenos de fibra y sacian, pero no ser extremistas con cada gramo de comida que ingieren.

¿Debería preocuparse por la pubertad precoz?

Que su hijo al acercarse a la pubertad tenga más apetito es natural. “El apetito y la saciedad son sensaciones reguladas por el hipotálamo, y se modifican en la pubertad porque este es un proceso de alta tasa metabólica”, dice la doctora Johanna Acosta, endocrinóloga pediatra, especializada en diagnóstico y tratamiento de trastornos normonales en niños y adolescentes.

Ella nos recuerda que en la pubertad los chicos están adquiriendo los caracteres sexuales secundarios y la capacidad de fecundidad, y en este proceso participan diferentes factores neuroendocrinos que pueden verse modificados por los hábitos y la genética. Por ejemplo, puede haber una pubertad precoz, dependiendo en parte de la historia familiar.

Otro factor predisponente para la aceleración de esta etapa es la obesidad, “debido a la mayor producción de la hormona leptina, la cual activa la liberación de gonadotropinas (las hormonas que regulan los órganos reproductores) como consecuencia del aumento de grasa corporal”. La obesidad infantil, subraya, presentó un incremento importante desde la pandemia.

“El sedentarismo y aumento de peso en los últimos años son también factores de riesgo para presentar pubertad precoz”. No hay datos publicados de esta patología en la población ecuatoriana, añade, “pero es una consulta cada vez más frecuente en los últimos años”.

Señales de que el adolescente no está alimentándose bien

La pediatra García señala que hay que prestar atención a:

  1. La pérdida de peso o un alto en la curva de crecimiento (el joven o la joven no están ganando una talla adecuada). “Por eso hacemos controles periódicos en niños y adolescentes, los pesamos, los tallamos y valoramos cómo va la ganancia ponderal”.
  2. El cansancio. “Si no tienen los micro y macronutrientes adecuados, no van a tener la misma energía; un adolescente siempre debería tener mucha energía”.
  3. El cambio de coloración de la piel (palidez). Quiebre de las uñas, caída del cabello.
  4. En las mujeres, alteración del ciclo menstrual. “Una adolescente, a los dos años de su primera menstruación ya debe estar regular. Si esto no es así, algo está pasando”.
  5. Mal humor, irritabilidad que sobrepasa lo habitual. Falta de concentración en las actividades diarias, bajo renacimiento escolar. “A veces las profesoras dan la voz de alarma, cuando nos avisan que se quedan dormidos en clases”.
Planificar las comidas con los adolescentes puede enseñarles a alimentarse mejor para cuando tengan que hacerlo solos.

Es frecuente que los padres no sepan cuánto y qué está comiendo su adolescente, por las diferencias en los horarios de alimentación de la familia. García dice que hay que poner atención cuando la familia se reúne para comer, porque entonces son notorios sus hábitos.

Y si se detecta un problema, no ayudará mucho castigar o retar o usar expresiones que les causen culpa o vergüenza, dos emociones que no deberían estar asociadas al momento de la comida.

“Pregunte abiertamente qué está pasando, qué temen, cómo se sienten con su cuerpo. No diga: ‘¿Te sientes gordo?, ¿Te sientes flaco?’. No funciona. Ellos saben para dónde vamos, pero les cuesta pedir ayuda. Sugiere usar un mensaje asertivo, no acusatorio, aunque la respuesta que reciban los alarme o los sorprenda. “Ellos se irán de largo si no los interrumpimos. Y a partir de lo que encontremos, debemos acudir a psicología y nutrición inmediatamente”.

¿Cómo crear un esquema de alimentación saludable junto con estos chicos que ya no son pequeños y quieren decidir sobre sí mismos? “Primero, fomente el uso del plato saludable”, recalca Acosta. “Mantenga un control de horarios y porciones en las horas de las comidas, insista en la actividad física regular y horarios de sueño adecuados; no olvide, además, el control de niño sano anual, que ayuda a detectar cambios en peso, talla y desarrollo que requieren mayor seguimiento”.

Los adolescentes necesitan que se les recuerde que deben tomar agua antes que cualquier otra bebida.

El sueño tiene un papel importante en el apetito, según un estudio estadounidense publicado por la revista científica Proceedings de la Academia Estadounidense de Ciencias (PNAS). El ritmo circadiano o reloj biológico tiene un rol decisivo en que los adolescentes tiendan a comer más al final del día, en especial aquellos que tienen obesidad.

Esta es una edad vulnerable, indican los investigadores de la Universidad Brown y el Hospital Mass General Brigham, pues los patrones de alimentación que desarrollen ahora influirán en la salud a lo largo de su vida.

La ayuda de un nutricionista que supervise y valore las calorías y los alimentos que necesita su hijo, junto con la visita al pediatra, puede darles tranquilidad. Y permita que sus hijos participen en la creación del menú. “¿Estás interesado en una alimentación saludable? Bien, nos sentamos todos los domingos y vamos a hacer el menú de toda la semana”, propone García. “Esta parte es muy importante, que la familia sea unida y comprenda que no es solo para uno, sino para el papá y la mamá, que tengan el conocimiento de que comer sano no es comer malo, es comer rico, pero con las porciones adecuadas”. (F)