El mayor miedo de la mayoría de los padres es que les pase algo a sus hijos. Y el mayor desafío es soltarlos un poco más cada año, a pesar de los miedos. Dejarlos recorrer cada vez más caminos solos y soportar que ya no los tenemos siempre en la mira. No es fácil acallar los pensamientos. Uno sabe todo lo que puede pasar, lo lee y lo escucha a diario en las noticias y se preocupa por que alguien pueda hacerle algo a la criatura, aprovecharse de su curiosidad e ingenuidad para que caiga en la trampa. Y, al mismo tiempo, uno no quiere quitarle justamente eso, la confianza básica y fundamental, ni despertarle miedos innecesarios. ¿Cuál es la mejor manera entonces de preparar a los hijos para sus primeras aventuras independientes, el camino a la escuela, a la casa de amigos, a la plaza, al club?