Muchas personas criadas por los abuelos (no todas) dicen que tuvieron una infancia feliz. Recibieron mucho cariño, privilegios y ternura de una abuelita que cocinaba como nadie, de un abuelito que compraba caramelos y juguetes.
¿Qué impacto tiene asumir la crianza de un nieto? ¿En qué circunstancias es correcto que esto suceda?
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Las profesionales consultadas nos dicen que no se puede negar que en esta época los abuelos tienen un rol más que afectivo, porque contribuyen con horas de cuidado de los niños, volviéndose más relevantes cuando ambos padres deben trabajar fuera de casa, cuando hay un divorcio o cuando se es madre o padre soltero.
Sí, los abuelos por lo general se prestan a esta tarea con buenas intenciones, pero esto puede dar un giro y convertirse en un problema cuando no hay una buena comunicación con relación a las reglas del juego, nos comparte la psicóloga y orientadora familiar Toyi Espín de Jácome. “Los abuelos son muy consentidores y esto puede provocar un quiebre en la disciplina de los niños”.
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Apoyo sí, responsabilidad no: el rol de los abuelos es jugar y mimar
Aymar Córcega, licenciada en educación y especialista en terapia de conducta infantil y en consejería familiar, reitera que un abuelo en la familia es una persona importantísima. “Creo que todos tenemos un recuerdo del abuelo o la abuela en cuanto ese cariño, esa ternura, esa expresión de amor”. Pero enseguida aclara que ellos no tienen el deber de asumir las responsabilidades de los padres.
En la práctica, el estilo de vida lleva a muchos padres a ceder tareas de cuidado que no competen a los abuelos. “Ellos tienen una posición muy distinta, enfocada en el juego y en el mimo”. Pero tienden a aceptar un rol diferente por varias razones. Una de ellas es sentirse útil. Esto los impacta de manera positiva, se incrementa la sensación de eficacia. Además, lo ven como la oportunidad de compensar los errores que cometieron al criar a sus hijos.
También está la confianza. Muchos ‘nonos’ brindan apoyo porque los padres los prefieren a otros cuidadores, pero unos y otros sacrifican ciertos aspectos de la crianza.
“Es que los niños reciben normas de parte de sus padres, pero cuando vamos a la casa de los abuelos, hay otras normas. ¿Qué pasa allí? El niño está en confusión. Con el abuelito, me comporto de una manera; llegan mis padres y me comporto de otra, porque no hubo establecimiento de límites en cada entorno”.
Sin esa negociación, la conducta del niño puede volverse difícil. “Generamos un conflicto de responsabilidad. Esta recae en la abuelita o el abuelito, cuando siempre va a ser de papá y mamá” (en un hogar consolidado. o de uno de los dos si están separados).
Respetar el espacio y el tiempo de los abuelos
Existe la teoría de que las abuelas, sobre todo, juegan un papel importante en la economía familiar al ser cuidadoras de los niños. Marlene (60) ve esto de otra manera. Desea traer a su mamá para pasar unas vacaciones juntas, pero esta (83) se niega. No da motivos, pero Marlene sabe que es porque está a cargo de la crianza de dos bisnietos.
Los abuelos pueden ser apoyo, pero no se les debe delegar la responsabilidad total de la paternidad, es el punto de vista de Espín. “Esto es por comodidad e irresponsabilidad o inmadurez de parte de cualquiera de los dos progenitores”.
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Es importante, agrega la psicóloga, que los abuelos sepan que son un gran apoyo para la familia y que son parte fundamental. Pero también hacerles saber que deben confiar en la capacidad de los padres para tomar decisiones sobre sus hijos.
“Los mayores imparten sabiduría a través de sus experiencias, esto ayudará a ser un buen referente de comportamiento en la vida de los nietos y de los padres también”. Es importante, agrega Espín, revisar el contexto familiar entre los abuelos y los padres, pues una relación saludable ayudará a mantener vínculos afectivos saludables entre todos los participantes, de abuelos a hijos y de hijos a nietos.
La orientadora nos recuerda que no se puede exigir a los abuelos hacerse cargo de los nietos. No es su obligación. “Se les puede pedir ayuda, pero nunca cargarles con una responsabilidad que no les corresponde. No hay excusas para agobiarlos y que tengan que vivir pendientes de las tareas de sus nietos”.
Los adultos mayores, más bien, necesitan del cuidado de sus hijos, quienes deben proveer y hacerse responsables de sus necesidades, porque ellos ya no tienen las fuerzas de antes.
Córcega habla de la sobrecarga de los abuelos cuando no hubo acuerdos sobre el tiempo específico de cuidado. Sí hay que negociar las horas que el abuelo puede y quiere tener a los niños. “A veces surgen escenarios laborales en que la abuela estaba comprometida hasta las tres de la tarde, y resulta que llegué a retirarlos a las nueve de la noche. ¿Qué voy a encontrar? Una abuelita que tuvo toda la predisposición, pero terminó sobrecargada: ‘Mira la hora a la que llegas’”.
Y los padres que dejan a los niños encargados todo el día, también verán consecuencias. “El abuelito tratará de criarlos conforme a sus valores, sus conocimientos y sus formas, tratando de compensar lo que no pudo hacer a su tiempo”.
El resultado puede ser, dice la educadora, niños desajustados, que no reconocen normas y límites en los diferentes entornos. Y también un abuelo desgastado.
Un abuelo no tiene la misma energía de un adulto joven. Ante los berrinches y pataletas de un niño, pueden resolver la situación con permisividad. Y no será su culpa (porque no es su responsabilidad).
Un abuelo que ha asumido la crianza completa de un niño, sea por abandono, fallecimiento o migración, es una historia distinta. Necesitará apoyo de todo tipo, económico, médico, educativo, terapéutico. Y una hora o un día en que puedan ser ellos mismos y vivir de acuerdo a su edad: visitar amigos, ir a la bailoterapia o al juego de fútbol.
“He visto abuelitos llorar, porque hacen su mejor intento, pero no depende de ellos. Se sienten tan solos”. Repiten los patrones de crianza que antes usaron, pero se encuentran con que no funcionan porque cada niño es distinto.
En la psicoeducación, los abuelos y los niños pueden participar juntos para saber qué está pasando con ellos, elaborar duelos, entrenarse y mejorar su dinámica familiar. “Un adulto mayor que tiene un niño a su cuidado y siente que necesita apoyo emocional debe buscar en el lugar correcto, un psicólogo y grupos de apoyo para reunirse e intercambiar experiencias”.
Negociando el cuidado de los niños: horarios y normas
Es fundamental negociar. Córcega dice que lo primero es saber que nada es obligatorio para los abuelos. Luego, hay que respetar su total libertad para decir que no. “Ellos tienen otras metas y hay que dejarlos”.
Incluso si la economía no permite tener otro cuidador, al abuelo no se le puede imponer una labor que se convierta en fatiga. Por ejemplo, respetar el sábado y el domingo.
Bases para negociar y mantener una sana relación abuelos-hijos-nietos:
- Los límites de horas y días a la semana tienen que estar claros y ser respetados.
- Tener alternativas para cuando surjan imprevistos, pero que no rompan el orden establecido.
- Generar espacios de dinámica familiar fuera de esos horarios. Los abuelos no solo son útiles, sino que tienen necesidades recreativas, afectivas y sociales.
- Los abuelos necesitan días y horas para sus propias actividades y descanso y esos deben respetarse.
- Unifiquen normas de cuidado y crianza, y que prime la voluntad de los padres. La frase de los abuelos debería ser: ‘Tu papá dijo que esto debe ser así’. No puede haber desautorización. (F)