Te extraño más que nunca y no sé qué hacer

Despierto y te recuerdo al amanecer

Espera otro día por vivir sin ti

Publicidad

El espejo no miente, me veo tan diferente

Me haces falta tú

La gente pasa y pasa siempre tan igual

Publicidad

El ritmo de la vida me parece mal

Era tan diferente cuando estabas tú

Publicidad

Sí que era diferente cuando estabas tú

No hay nada más difícil que vivir sin ti

Sufriendo en la espera de verte llegar

El frío de mi cuerpo pregunta por ti

Publicidad

Y no sé dónde estás

Si no te hubieras ido, sería tan feliz

M. A. S.

Este es un estado de congelamiento en el que queda la persona después de la separación: la vida se detiene, no me quiero mover, no me gusta lo que pasa afuera, que todo el mundo va y viene como si nada; en cambio, yo estoy sumido en mi duelo, en mi tristeza, en mi pérdida.

Cuando me congelo, detengo o retengo la vida, es decir, dejo de vivir. Pero lo que más duele de toda esta situación (si no te hubieras ido, te extraño más que nunca), lo que subyace a estas afirmaciones, es lo siguiente: me duele tanto que tú ya no me puedas pensar, que tú ya no me puedas nombrar como cuando estábamos juntos. Ese vacío, esa ausencia es lo que genera el congelamiento. ¿Qué me motiva? Que el otro me piense. Eso es muy humano. El deseo de no ser olvidados, de ser pensados, ser nombrados.

¿Qué pasa cuando yo me peleo con alguien? Me duele, me resiente, le tengo rabia, pero en realidad es porque no soporto que no me recuerde, que no me nombre de una forma amorosa, de una forma en la que me sienta reconocido de manera positiva. Nos duele, nos altera, nos pone mal, porque tenemos la necesidad emocional de que el otro nos piense, y piense bien. Es una necesidad básica humana que se centra en lo que (el psicólogo) Erich Fromm llamaba la necesidad de relación. Somos seres basados en la alteridad, seres para el encuentro con el otro. Cuando el otro me deja, se va, encontró otro camino diferente al que yo le ofrecía, me duele.

¿Es válido ese duelo? Por supuesto, y más duele ser mal nombrado, porque el otro ahora me ataca. Ahora se usan las redes sociales como un instrumento para desvalorizar al otro incluso si no lo conoces, y eso implica que el mundo está en una constante lucha por ser reconocido; pero, por otro lado, pretende ser más que el otro y acabar con la identidad del otro.

¿Cómo avanzar? Cuando yo soy consciente de que este camino no era para nosotros, tenemos que ponerle fin y pasar la página a algo nuevo. Es decir, paso de la retención al movimiento. ‘Ahora voy a continuar con mi vida y me alegra mucho que tú también puedas continuar con la tuya’. Porque si no me alegra lo que el otro comienza a vivir fuera de mi camino, significa que estoy retenido por ese sentimiento.

Ahora, regodearnos en este dolor no nos hace bien, volver a recordar ese momento en que estuve tan quebrado porque me dejaron parte de lo que llamamos la concepción del amor romántico (eterno, insuperable). El amor romántico no me permite avanzar a un espacio de conciencia y libertad para decir: ‘Bueno, si no me ama, yo no la puedo amar, ya se fue y no la puedo retener, porque nadie es propiedad de nadie’. Por lo tanto, puedo decirte que ‘si no te hubieras ido, yo hubiera sido feliz’, pero también me doy cuenta de que ahora que te has ido, también puedo ser feliz.

El amor romántico se acaba. Vamos creciendo en la vida, vamos teniendo más rupturas, más sufrimientos, porque así es. ¿Qué pasa en ese trayecto, de tanto perder y sufrir? No es que me voy acostumbrando y, como dicen algunos, se me va haciendo callo el corazón, sino que voy aprendiendo. La primera pérdida es la más catastrófica. La segunda duele. La tercera un poco menos. Y tal vez en la cuarta la canción diría: ‘Aprendí que no todo es para siempre y que quien está a mi lado, si no lo sé manejar hoy, ahora, en lugar de pensar en el futuro, en el mañana, en el para siempre, pues se puede terminar’.

Esa manera de pensar de que nos unimos y será para siempre nos hace quitar la mirada de que ahora estamos juntos. Y ese es el comienzo del fin. Porque como vamos a estar hasta siempre, me despreocupo de hoy, no te atiendo, no me dedico, no soy atento. El amor romántico (atracción, atenciones, flores, llamadas, chocolates, poemas) es algo que pasa. El amor a segunda vista (como dice Joan Garriga) es decir: ‘Ahora te veo y decido amarte y permanecer a tu lado de manera consciente y responsable, atendiéndote, dedicándome a ti, haciendo exclusivo nuestro amor’.

Oscar Nieto Barquet,
psicólogo clínico, terapeuta.
Instagram: @_oscarnieto_