Mi esposo, con el que llevo diez años de matrimonio, tiene ciertas actitudes muy sospechosas. Primero, bloqueó su teléfono y no lo deja ni para ir al baño. No quiere compartir conmigo lo que habla o le cuentan las personas que lo llaman o le envían mensajes. Un día me estaba mostrando una canción e intenté coger el teléfono para escuchar un poco mejor: no me dejó. Le he dicho que, si tiene otra relación, me lo diga; pero asegura que me ama y que estoy pensando mal. Que tenga su espacio y amistades me parece normal, pero no el misterio. Le dije para buscar un terapeuta, pero dice que no necesita. Quiere mucho a los niños, es trabajador, pero no comprendo su proceder. Hace años tuvo una aventura; lo reconoció y lo perdoné. Pero ahora estoy pensando en buscar un detective.