Hace poco me sucedió algo inusual durante un vuelo. Soy de género masculino y tengo 33 años. Durante más de siete años he viajado en avión y hace una semana tomé un vuelo de corta duración (dos horas) de una ciudad a otra. En el vuelo de ida, después de 70 minutos me comenzó a doler de manera intensa la zona detrás del ojo izquierdo. Intenté hacerme un pequeño masaje y fue peor, me provocó lagrimeo. Era un dolor punzante que duró un poco más de quince minutos, y hasta aterrizar algo se había calmado, pero no del todo, estuvo unas horas más. Al llegar al hotel me puse a buscar información y lo más parecido que encontré fue algo llamado cefalea en el avión”, sin embargo, se dice que sucede en el primer viaje. En el vuelo de regreso sucedió de nuevo. Esta vez me calmé e intenté abrir y cerrar la boca para liberar algo de presión en el oído. Lo manejé mejor. ¿Fue algo puntual o me va a seguir pasando? En la juventud tuve sinusitis. ¿Qué puedo hacer en caso de que suceda otra vez?

Andrés, Guayaquil

Estimado Andrés, entiendo su preocupación. En un mundo donde cada vez se acortan distancias, los viajes en avión son de lo más frecuentes tanto por cuestión de trabajo o por placer, y este problema que usted investigó efectivamente es una entidad nueva, descrita a partir del año 2007, por primera vez en Italia.

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Se trata de cefalea atribuida a los viajes de avión, principalmente en los momentos de despegue y aterrizaje, y generalmente asociada a alteraciones preexistentes en los senos paranasales, alergias previas o problemas de migraña preexistentes.

Foto: Shutterstock

Para su diagnóstico se requiere además que el dolor tenga mejoría espontánea 30 minutos después del ascenso o descenso, y que el dolor sea de localización unilateral, en la zona orbitofrontal, tipo punzante o pulsátil, y que ocurra en al menos dos ocasiones.

Su caso cumple algunas de estas características, sin embargo, llama la atención que se presenta fuera de estos periodos de despegue-aterrizaje, lo más usual en estos casos. Sería conveniente que acuda a valoración neurológica y oftalmológica, para determinar si es necesario realizar estudios adicionales.

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Por ejemplo, los pacientes con predisposición a glaucoma de ángulo cerrado pueden tener crisis de dolor cuando se encuentran en ambientes con poca iluminación durante varias horas, tal como ocurre en los vuelos más largos. Para ello se necesitaría realizar la medición de su presión intraocular, por parte de un especialista. Y el neurólogo determinará con base en su revisión detallada si hay algún dato meritorio de solicitar estudios de imágenes.

El adecuado descarte de problemas asociados permitirá minimizar el riesgo de alguna complicación y mejorar su situación para que sus viajes sean cómodos y seguros.

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Dra. Gabriela Altamirano,

médico internista.