Los traficantes de flora y fauna silvestre de Sudamérica, incluidos los de Ecuador, han empezado a diversificar sus mecanismos para seguir exportando especies a Estados Unidos, Europa y Asia. Los delincuentes estarían usando la figura de “lavado de especies” para camuflar su delito. Es decir, utilizarían empresas exportadoras debidamente autorizadas para comercializar especies prohibidas.