En el mundo y la sociedad actual, donde las preocupaciones ambientales son cada vez más apremiantes, es crucial fomentar un sentido de conciencia ambiental en los niños pequeños para influir mediante el activismo con el fin de proteger los recursos naturales y los ecosistemas.
Comprender el delicado equilibrio entre la naturaleza y las actividades humanas implica reconocer la importancia de proteger el medioambiente para las generaciones futuras y tomar medidas para reducir los impactos dañinos.
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La educación de la primera infancia desempeña un papel vital en la configuración de las actitudes y comportamientos hacia el medioambiente.
Incluir a los niños en el debate y en las acciones
La crisis climática es una crisis de derechos de los niños, niñas y adolescentes. En América Latina y el Caribe se estima que 9 de cada 10 están expuestos a al menos dos crisis climáticas y ambientales superpuestas, dice Jean Gough, directora regional de Unicef para América Latina y el Caribe.
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Si bien los niños, niñas y adolescentes son los menos responsables del cambio climático, serán quienes más, y durante más tiempo, sufrirán sus consecuencias.
Una encuesta entre jóvenes realizada por esta organización recogió las perspectivas de los chicos: apenas el 4 por ciento de la juventud activista considera que sus gobiernos están tomando medidas climáticas adecuadas.
De los casi 500 jóvenes encuestados en 32 países de América Latina y el Caribe, casi la mitad de ellos considera que sus gobiernos no están tomando acciones, mientras que el 43 por ciento dice que son insuficientes.
Aunque el cambio climático y la degradación del medioambiente les afecta gravemente, adolescentes y jóvenes no están participando de las decisiones para hacer frente a estas crisis. Según la encuesta, 7 de cada 10 declaran no haber sido incluidos nunca en la construcción de políticas públicas climáticas y medioambientales.
María del Pilar Cornejo, docente investigadora de la Facultad de Ingeniería Marítima y Ciencias del Mar de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), explica que uno de los beneficios de la educación ambiental es que los estudiantes comprenden la naturaleza del cambio climático y sus consecuencias.
Esta comprensión tiene varios efectos positivos. En primer lugar, permite que los niños desarrollen un pensamiento crítico sobre cómo afrontar el cambio climático y propongan soluciones efectivas.
Además, el conocimiento previo sobre el cambio climático puede mitigar el impacto emocional que generan los eventos extremos, ya que los jóvenes están mejor preparados para enfrentar la realidad de estas situaciones.
“Es importante señalar que a menudo se subestima el impacto psicológico que los desastres vinculados a la amenaza climática pueden tener en la juventud. Al educarlos sobre este tema, se les brinda herramientas para manejar sus emociones y desarrollar resiliencia”, comenta Cornejo.
La experta agrega que al empoderar a los niños con información se los convierte en verdaderos agentes de cambio, capaces de influir positivamente en sus comunidades y contribuir a un futuro más sostenible.
Existen enfoques pedagógicos que se recomiendan para involucrar a los niños de manera efectiva en temas relacionados con la conciencia ambiental y el cambio climático.
De acuerdo con Cornejo, es fundamental aprovechar los temas de educación ambiental a través de actividades que conecten a los niños con la naturaleza. Esto puede incluir iniciativas de reciclaje y reutilización, así como tareas de limpieza en entornos naturales. Fomentar conversaciones sobre el cuidado del medioambiente en el hogar, la gestión de residuos y el desperdicio de alimentos y agua es esencial.
Herramientas como las calculadoras de huella hídrica (un indicador de la cantidad de agua que utilizamos en nuestra vida diaria) y ejercicios para evaluar el desperdicio de alimentos pueden resultar muy útiles en este proceso.
Involucrar a los pequeños en actividades tanto dentro como fuera de la escuela puede ser muy enriquecedor. Algunas ideas incluyen concursos de reciclaje y evaluar la cobertura verde de su barrio.
Entrevistar a vecinos o familiares sobre sus hábitos de transporte, consumo de energía eléctrica y agua, así como establecer metas para mejorar su eficiencia, también serán una herramienta educativa. (F)