Lamenta no haber conocido a Marilyn Monroe, pero Nicole Kidman sí le permitió besar su mano durante una entrevista. La trayectoria del cinéfilo Jorge Suárez Ramírez está llena de anécdotas y momentos que los actuales influencers de cine solo podrían soñar hoy con subir a sus redes sociales.

Esos instantes permanecen clarísimos en su memoria —incluyendo su paso por varias ediciones de los Premios Óscar— mientras continúa disfrutando del cine actual, como las taquilleras The Super Mario Bros. Movie y Fast X, a las que enlista entre las que más disfrutó el año pasado. Por supuesto, sin dejar de lado a la premiada Oppenheimer.

Cuando tenía 5 años, su madre, Victoria, le pidió que lo acompañara porque iba a salir, pero sin decirle de qué se trataba, y le pidió que cerrara los ojos al bajar del auto. Jorge los abrió solamente cuando su madre le solicitó que buscara dos asientos.

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“En la enorme pantalla, una mujer bella cantaba y más tarde supe que era Libertad Lamarque”, relata hoy el presentador de Noches del Óscar, de (entonces) Telesistema, sobre su primer encuentro con el cine. “Por eso, cuando el destino me llevó a entrevistarla (a Lamarque), no era la reina del tango: era el recuerdo de mi madre”.

Foto: Francisco Verni -- Francisco Ver

Su padre fue también distribuidor de películas y, como los rollos permanecían en su domicilio durante el fin de semana, sus hermanos ponían una sábana extendida y las veían gracias a un proyector de 35 mm. “Allí quedaban las imágenes de Gene Autry (1907-1998), el vaquero-cantor. Era todo muy divertido y quedé atrapado por el cine”.

Llega carta de la Academia

“Dios pone al ser humano frente a un camino. De uno depende tomarlo o dejarlo”, reflexiona Jorge antes de relatar cómo fue invitado por primera vez a los Premios Óscar. En resumen, él llamó a la Academia (sí a la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas) y lo pidió.

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Pero su solicitud llegó respaldada por su trabajo en la revista Estrellas (especializada en cine), para la que necesitaba fotografías originales. “Audacia se llama el juego”, afirma.

Tras varios intentos, su contestación llegó finalmente en febrero de 1968, cuando el director de la publicación le gritó: “¡Jorge, llegó carta de la Academia!”. Al abrir el sobre, la respuesta era el ansiado sí.

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Su jefe le cedió su lugar al hermano de Jorge, Alfredo, quien fue su acompañante en la ceremonia 40 de los prestigiosos galardones. “Fue increíble; lo sigue siendo”, agrega abriendo su mirada llena de memorias.

¿Qué actrices le hicieron sentir que cumplió un sueño al conocerlas?

Primero Vivien Leigh (1913-1967), mi primer y único amor platónico. En 1963 pude verla en Nueva York, en el musical Tovarich; y, como yo había comenzado a escribir sobre cine, pregunté si podía entrevistarla. Dijeron que sí. Terminado el espectáculo, me llevaron al camerino y allí estaba esta bellísima mujer. Elizabeth Taylor fue la actriz más bella de su generación y tuve oportunidad de verla en la alfombra roja de los Óscar en muchas ocasiones; la entrevisté y la vi actuar en la obra teatral La loba, en Broadway, el 26 de julio de 1981. Recuerdo la fecha porque es el día en que mi hermana Patricia festeja su cumpleaños, y ese era mi regalo. Elizabeth Taylor (1932-2011), en persona, guardaba su belleza fílmica y deslumbraba con sus ojos color violeta.

Foto: Francisco Verni Foto: Francisco Verni -- Francisco Ver

Cuéntenos dos anécdotas de los Premios de la Academia que usted nunca olvidará...

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Edy Willians (1942-1975) nunca fue una gran estrella, pero gracias a su erotismo triunfó en Más allá del valle de las muñecas (1970). Un día la vi caminar sobre la alfombra roja, muy cerca de mí; cuando se le acercó un policía y, al ver que ella no tenía invitación, la tomó del brazo y la obligó a salir, ella, con mirada felina, pidió que no la tocase y luego caminó con aires de triunfo, pero con la mirada más triste que he visto en mi vida.

Estaba yo en la sala de prensa cuando Anjelica Huston ganó su Óscar por El honor de los Prizzi (1985) y le pregunté: “Su abuelo, su padre han ganado el Óscar, y ahora usted. ¿Cómo se siente?”. Y me contestó: “Como una dinastía”. Ese comentario no tendría nada de especial si no fuese porque en el libro oficial del Óscar, y en artículos que mencionan su vida, siempre añaden eso de “dinastía”, y a mí me queda el orgullo de saber que la frase fue la respuesta a mi pregunta.

¿Qué recuerdos guarda de Noches del Óscar (Telesistema)?

Eduardo Holmes, genio de la creatividad televisiva, me dio Noches del Óscar. El éxito fue masivo, total. Junto con Wilson Suárez, el jefe de programación, quien tenía un gran sentido del rating, escogíamos las películas, pero teníamos una idea base: ganadoras del Óscar, de acción y filmes con las estrellas de moda. No se fallaba. Fueron parte de los mejores años de mi vida, pues trabajé duro (...). Además, los distribuidores de películas me invitaban a premieres en diversas ciudades y entrevistaba a sus grandes figuras cinematográficas: Sylvester Stallone, Robert DeNiro, Liza Minnelli, Pierce Brosnan, entonces James Bond, y al gran Martin Scorsese… ¡Era una fiesta! En mis recuerdos lo sigue siendo. ¡Nadie me quita lo bailado!

¿Cuáles fueron los siguientes proyectos de Jorge Suárez?

Debido a mi calidad de ejecutivo de Air France en Guayaquil, no pude mantenerme en el espacio televisivo. Luego, cuando me jubilé de Air France, vino el contrato con la Casa de la Cultura y fundé la Cinemateca; la dirigí por un espacio de doce años y también fue exitosa. Luego escribí dos tomos de la historia del cine mudo guayaquileño (Cine mudo, ciudad parlante), auspiciados por el Municipio de Guayaquil, y hoy estoy corrigiendo Noches del Óscar (tomo 1), que es la historia del galardón a través de mis memorias, y ya estoy escribiendo el segundo tomo de Noches del Óscar (1968-2018).

Su nuevo libro, Noches del Óscar (tomo 1) pronto se publicará.

Si en los últimos años algunos estrenos han infantilizado al público, ¿cómo podemos volver a apreciar el cine como una forma de arte?

La única forma es viendo buen cine, pero cuyas salas no se llenan porque la juventud “celularesca” prefiere juguetear a admirar una obra de arte; no todos, por supuesto. Los que gustan del buen cine corren al Festival de Cine de Guayaquil, a la Cinemateca, a MZ14 (...). Pero sí añado que es una lástima que las películas ya no se promuevan a través de los avisos en los diarios ecuatorianos; esos afiches eran alma de su publicidad.

¿Qué objetos conserva de todos estos años vinculado al cine y qué destino quisiera darles?

Guardé y guardo todo lo referente al Óscar. Programas, identificaciones, entradas, los adhesivos para los autos, imágenes. También coleccioné, hasta que se imprimieron, revistas de cine —tengo algunas de 1924—, más de 1.000 películas y bastantes afiches. Estoy en conversaciones con dos instituciones a las cuales pienso donarlas. No la vendo porque no quiero que mi colección se disperse. Irán a quien sepa valorizarlas, trabajarlas, programarlas y exhibirlas. Cualquier otro sistema me es negativo. Quiero dejarla a buen recaudo.