Cuando estaba esperando dentro de la oficina de Gloria Gallardo Zavala, empecé a escuchar rezos que venían de afuera. Me incorporé y noté que era un grupo de empleados, en su gran mayoría mujeres, junto con la presidenta de la Empresa Pública Municipal de Turismo, Promoción Cívica y Relaciones Internacionales del Municipio de Guayaquil. Me dijeron que es un hábito de Gloria antes de empezar sus labores.